—¿No te estarás pasando con esas mierdas? —preguntó Braidy desde la cama, observando como su ligue sacaba del bolso una bolsita transparente con varias pastillas de color rojo.
—Ya soy mayorcita, guapo —respondió ella; seguidamente cogió dos y se las introdujo en la boca, haciendo un gesto obsceno con la lengua—. Esta mierda es Amor Escarlata, una nueva droga que me ha costado mucho dinero. Y estás muy bueno, quiero que me hagas volar…
Él se encogió de hombros, estudiando deseoso cada palmo de su cuerpo. Vista con más luz quedaba patente que abusaba de sustancias ilegales y que no le sentaban nada bien; seguía estando buenísima, pero parecía una gótica enferma. “Solo será un rato de diversión” pensó. Desde luego, si le daba algo no era su problema. Se la picaría durante toda la noche, luego la dejaría dormir hasta que se le pasara el colocón y la echaría de patitas en la calle, como hacía con todas. Y por el momento no había tenido que dejar a ninguna en el hospital, por no decir que las cachondas siempre se drogaban por sí solas, no necesitaba recurrir a métodos tan mezquinos para ligar.
—Vivir en una antigua fábrica tiene su punto —añadió la joven—. Es oscuro y decadente, aunque no está sucio.
—Gracias, llevo muchos años decorándolo, me gusta la mierda que no es mierda, tú ya me entiendes…
La chica bajó una cremallera escondida del vestido y dejó que cayera al suelo, quedando desnuda. Braidy la devoró con la mirada al comprobar que no llevaba bragas ni sujetador, y observó sus pechitos turgentes y deliciosos como si fuera un niño sarnoso metiendo una mano mugrienta en el bote de la mermelada.
—Sí, ya te entiendo —dijo ella, subiéndose sobre el colchón lentamente. Comenzó a gatear hasta él como una gatita y lo besó de forma apasionada, casi hambrienta, hasta dejarlo tumbado. Entonces notó la gran erección… —¡Vaya! —exclamó—. Estás muy cachondo…
El vampiro le acarició su sexo y dejó que se subiera encima. Notó una corriente electrizante en el pene al penetrarla, se dejó llevar agarrándole con suavidad los pechos mientras la joven empezaba a moverse de forma rítmica. Cerró los ojos, saboreando el momento… Oh, sí, la gatita le clavaba las uñas… “tiene fuerza, la gamberra” se dijo sonriente, desde su mundo interior.
—Aprieta más, nena —susurró jadeante. Notó una delicada caricia… “Así, preciosa…” De golpe percibió algo extraño, su temperatura corporal había subido hasta el extremo, sentía su calor… abrió los ojos para ver que algo le sucedía, tenía intensos espasmos y sus cabeza botaba con los ojos en blanco… “Grandísima mierda, le está dando una sobredosis”— ¡OYE, OYE! ¡ESTÁS…!
Entonces ella le arañó la piel del pecho, logrando dejarle marcas… le dolió… “¡IMPOSIBLE!” pensó sorprendido, los humanos convencionales no tenían tanta fuerza… Su rostro adquirió una expresión de locura, dejando de ser una muñequita para convertirse en algo perturbador… Braidy comprobó que su iris había cambiado de color, para volverse de un rojo turbio…
—¡JOOOODEEEERRRRR! —exclamó. La chica lo miró un segundo, esbozó una sonrisa horripilante y le mordió en un lado de la cara, quedándose enganchada en su oreja… —¡HIIIIIJA DE PUTA!
El vampiro la empujó con todas sus fuerzas y ella salió disparada por la ventana, reventó el cristal y aterrizó en un conteiner lleno de basuras y cartón, situado en el callejón de al lado. La muy cabrona le había arrancado el lóbulo inferior con el estirón, ¡a él! “¡HOSTIA!” se dijo, cubriéndose la lesión, aún en shock por lo que acababa de pasar. Acto y seguido se asomó para ver si seguía viva.
—¡MALDITA ZORRA, SI NO TE HAS MUERTO TODAVÍA TE VOY A REVENTAR! —le gritó.
La joven salió entre la basura con bastante agilidad y lo miró desde la calle, dedicándole un gruñido. Varios cristales se le habían clavado por todo el cuerpo, aunque parecía no dolerle. Después echó a correr medio coja hasta perderse de su vista, como un animal herido.
“¿La persigo y la mato?” se replanteó Braidy. Unos segundos más tarde escuchó un frenazo, un fuerte impacto y a varias personas gritando; algo le dijo que le habían robado la oportunidad. “Te lo merecías, por cerda”. Entonces corrió hacia el baño y se miró en el espejo, gritó histérico…
—¡MIERDA, MIERDA, GRANDÍSIMA MIERDA! ¡MI OREJA! ¡MI PRECIOSA OREJITA!
Varios minutos de quejas y chillidos después, el vampiro se limpió la sangre y caminó hacia la cocina sin estrenar, donde guardaba la comida, bien fresquita en una nevera especial. “Cabrona…” La muy puta se había atrevido a marcarlo, a desfigurar sus perfectas facciones de niño malo, de macarra ochentero; necesitaba beber sangre de inmediato para reponerse y minimizar la cicatriz. Pero el transgénico… Abrió el refrigerador, sacó un tetrabrik de un litro y lo miró unos segundos. “Esto no me curará la piel” reflexionó, mientras quitaba la pajita pegada en un reverso y la clavaba por arriba. Ese era uno de los inconvenientes de alimentarse de algo artificial; suplía con creces las necesidades alimentarias, pero carecía del poder de la sangre…
“¿Cómo ha podido hacerme esto una humana de mierda?” pensó, dándole el primer sorbo. “Es jodidamente extraño, tengo hasta escalofríos…” sin darse cuenta se rascó en los testículos, algo que no hacía desde hacía dos siglos; detuvo la mano en seco y miró abajo, le picaba la piel… “Qué me pasa ahora…” Apresurado dejó el tetrabrik en el mármol y se tocó los genitales.
—¡HOOOOSTIIAAAAA!
Una infestación de bichitos había preparado una fiesta en su vello púbico. Parecían ladillas mutantes que no paraban de saltar y de morder… hacía mucho tiempo que Braidy no tenía ese problema, desde que se lo pegaran las prostitutas de Montmartre, junto a la sífilis. Pero luego lo habían convertido en vampiro, algo que le aseguraba inmunidad… o eso pensaba él…
Por fortuna conocía un método infalible que no podía hacerle daño; corrió en busca de una botella de Whisky que guardaba para las visitas, se roció el sexo y le prendió fuego con una cerilla… el ambiente se llenó de olor a pelo churrascado…
—¡MORID TODAS, HIIIIJAS DE PUTAAAAAA! —gritó, aún sorprendido por la noche más extraña de su vida de no muerto.
Y de haber sido un tipo listo, Braidy habría notado que algo iba realmente mal. Porque tanto su status quo como el de su especie acababa de cambiar para siempre, volviendo posibles cosas que no debían de serlo. Y un enemigo silencioso ya circulaba en su organismo, devorándolo desde dentro…