Novelesco presenta este relato breve para el concurso «La máquina del tiempo» del Círculo de escritores. Y me he inspirado un poco en uno de mis cuentos de hadas favorito, Barba azul ; )
“Para hacerlo dormir has de ponerle tres gotas, ninguna más”.
Shelley recordó las palabras de la anciana mientras seguía las instrucciones al pie de la letra, con mano temblorosa. En el exterior del castillo la tormenta descargaba su furia y los resplandores y crujidos del cielo se colaban a través de los ventanales.
—¡Por qué tardas tanto mujer! —le increpó Archibal desde el butacón, situado frente al hogar.
—Ya voy, querido —le respondió ella, intentando que su voz no delatara sus intenciones. “Maldita vieja del bosque” pensó al mezclar el vino con un dedo. Había sido aquella bruja quien la condujera hasta ese mismo instante, al decirle que su esposo ocultaba un terrible secreto tras una puerta cerrada; y debía admitir que los rumores sobre sus anteriores y desaparecidas esposas se mezclaban con la existencia de una habitación prohibida, quebrando su coraza…
Shelley regresó junto a él y le sirvió la bebida, aparentando normalidad.
—Gracias, amor mío ¿Podrías ir a mi estudio y traerme el libro que estoy leyendo?
—Como gustes —contestó la mujer, que candil en mano marchó inquieta, preguntándose si ya lo encontraría dormido a su vuelta.
Unos minutos más tarde regresó al salón, pisando la copa vacía que rodó por el suelo causando un sonido incómodo; supo que debía de habérsele caído de las manos al rendirse ante el sueño inducido y se asomó al butacón descubriendo lo acertado de su planteamiento. Entonces miró indecisa las llaves que él siempre llevaba colgadas del cinto, buscando ansiosa la de color azul… “Es el momento” se dijo. “Seguro que no oculta nada…” Y nada más arrebatársela salió apresurada por los pasillos, amparada bajo el titilante candor de la vela. El sonido de la tempestad reverberaba como un eco y la llama oscilaba ante su prisa, amenazando con dejarla a oscuras.
Pronto llegó a las retorcida escalera que conducía al sótano y la descendió a paso veloz. Se detuvo frente a su destino sintiendo un pálpito que la llenó de dudas… Introdujo la llave, la giró y la puerta se abrió chirriante, mostrándole un interior oscuro. Entró a paso inseguro hasta que iluminó una gran máquina con forma de media luna.
“Extraño” pensó Shelley, al darse cuenta de que se hallaba justo en el centro; el cirio mostró dos palancas y sintió tanta curiosidad que accionó la primera… De repente la estancia se bañó de una luz artificial…
—¡Magia negra! —gritó espantada.
—En realidad es otra cosa —le llegó la voz de su marido, logrando que se volviera para mirarlo y descubriendo que llevaba una daga en la mano—. Yo que pensaba que no eras como las demás…
—¡Estás despierto! —exclamó ella— ¡¿Que diablos es esto?!
—La belladona huele y tú has descubierto mi secreto, malditas chismosas —respondió él—. A eso que ves se le llama progreso, algo que en este siglo de mierda no significa nada.
La mujer vio la muerte reflejada en sus ojos y pensó que debía de ser un hechicero; entonces miró al suelo, descubriendo una gruesa línea amarilla que separaba el piso en dos, llena de flechitas con calaveras que señalaban a la mitad de su esposo. Y su mano se posó sobre la segunda palanca, por instinto.
—¡No toques eso! —bramó él.
Shelley la bajó y sonó un chasquido, Archibal chilló desintegrándose hasta quedar un esqueleto que se desvaneció junto a las paredes, junto al suelo… ella gritó histérica mientras una niebla la engullía, se sintió flotar…
Todo se quedó quieto y apareció en una habitación polvorienta repleta de muebles, con un cartel enorme pintado en la pared.
“Archibal Dexter, anticuario”.
Belladona por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Nota: En la literatura clásica, es frecuente encontrar el uso de la Belladona como somnífero, en algunos casos para dormir al marido fogoso y pesado. Pero en realidad, en altas concentraciones se trata de una planta altamente tóxica, y puede dormir, aunque para siempre. Además, los efectos de su intoxicación son de todo, menos agradables ; )
Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )
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