Novelesco se complace en presentar la primera parte de Una noche inolvidable, un relato escrito con motivo del inminente Halloween. No soy un hombre que celebre mucho fiestas anglosajonas, aunque sé ver que para temas creativos da mucho juego. Espero que os guste y que sigáis conmigo el 31 de Octubre, cuando se estrenará el desenlace de esta aventura. Para ir directamente a la segunda parte, clicad en el Continuará del final ; )

—¿Cariño?

—Dime amorcito —contestó Harry Getty, mientras orinaba.

Érica no dijo nada, por lo que él siguió a lo suyo, tranquilo, repasando los espléndidos acontecimientos del día. La boda había salido de fábula, perfecta, y por fortuna no iba demasiado bebido, algo que juzgó como todo un acierto…

Al terminar, el hombre se miró en el espejo del baño, esbozando una sonrisa. En la habitación lo esperaba un auténtico pibón, que además, ahora era su mujer…

“Madre mía, me siento como en un sueño” pensó, aflojándose el nudo de la corbata. Acababan de llegar al hotel, aún no había tenido tiempo ni de quitarse el chaqué. Tras entrar en la suite con su esposa en brazos y despojarse de la levita, las necesidades humanas, alimentadas por el alcohol, lo habían forzado a correr al lavabo como alma que llevaba el diablo.

Y en aquel momento de pausa, antes dar el pistoletazo de salida a su matrimonio reciente, contemplar su reflejo regordete en el cristal le hizo pensar. Tenía un poquito de sobrepeso, era innegable. Pero al ser alto y ancho de huesos, tampoco contrastaba demasiado. Una abundante mata de pelo rubio aún bien peinado, y una barba espesa y arreglada enmarcaban sus facciones de ojos marrones, disimulando en su rostro los kilitos que tal vez debiera perder. “A la porra, lo importante no es la barriga cervecera, sino lo que tengo entre las piernas” reflexionó. De repente se sintió nervioso, increíblemente feliz y excitado, pero tenso… “Venga machote, respira. Vais a reventar hasta la cama, eres un semental…”

Esa palabra activó un recuerdo de su pasado, logrando que su mente retrocediera dos años atrás, cuando Lohan, su mejor amiga y madrina, lo llevó a ver a una conocida adivina de la ciudad. “Serás hombre de una sola mujer” le había dicho la vidente aquel día. “El año que viene conocerás a tu amor verdadero, una señorita que no será lo que aparenta; y tras un corto noviazgo y una boda, ella te ayudará a descubrir tu verdadera naturaleza de semental. Gozarás, hasta la muerte y la eternidad…”

Harry se rio de forma silenciosa, más relajado; el recuerdo era cachondo, cuanto menos. “Todavía no sé cómo pude dejarme arrastrar a ese sitio” se regañó divertido. Aunque si lo pensaba con detenimiento, en algunos puntos la insólita predicción no había ido tan desencaminada…

Llevaba con su pareja seis meses justitos. Y tanto su familia como sus amistades se alarmaron al enterarse de que en tan poco tiempo, ya planeaban la boda. Pero Érica fue disipando las dudas de todos, ganándoselos con su increíble forma de ser. Cierto era que aún no habían consumado ningún contacto carnal, pues ella le había rogado que esperaran a la noche de nupcias; una petición extraña que él, mostrándose comprensivo, y un poco temeroso de perderla, había aceptado sin rechistar, al conocer la desventurada y movidita vida sentimental que había padecido…

—¿Estás bien, cariño?

Al escucharla el hombre salió de sus ensoñaciones, activándose como un resorte. Abandonó el baño y al mirar a la cama, notó como se le aceleraba el pulso…

Érica lo observaba desde el colchón, tumbada en una pose que destilaba sensualidad por todos los poros de su cuerpo escultural. Del bonito vestido de novia ya no quedaba ni rastro, había sido sustituido por un conjunto de lencería fina. Hasta llevaba ligueros, un detalle que lo volvió loquísimo.

—Tranquila nena, todo bien —Harry logró responder, mientras sus dedos se afamaban por desabrochar los botones del chaleco. La ropa comenzaba a sobrarle de una manera…

—Venga aquí, señor Getty —le pidió ella, adornando el gesto con un grácil movimiento de brazo, que no logró ocultar un poco de nerviosismo.

Él llegó a la cama y comenzó a besarle el cuello. La erección ya quedaba evidente bajo los pantalones, un detalle que la mujer captó al vuelo.

—Hay una cosa que necesito explicarte y no sé como hacerlo… —soltó Érica, con una chispa de inseguridad en la voz.

—Tranquila preciosa, ya somos marido y mujer. Puedes decirme lo que quieras…

—¿Recuerdas que te conté que había enviudado varias veces?

Al oírla, el hombre se detuvo desconcertado y la miró a los ojos, arqueando una ceja. Había captado algo extraño que no sabía discernir. Desde luego, con lo verraco que se sentía en aquel momento, hablar de esposos difuntos no era algo que le apeteciera en demasía…

—Claro —contestó, fingiendo seguridad—. ¿Qué sucede?

—Túmbate, cielo…

Él obedeció en silencio. Ella se le subió encima y jugueteó con la corbata, pensativa…

—Te quiero mucho… Eres un hombre bueno, maravilloso y estoy loca por ti… Ninguno de mis anteriores parejas era como tú…

—Vaya… Me… Me alegro preciosa, yo también te quiero muchísimo… ¿Y esto viene por…?

Su esposa le dedicó una intensa mirada que lo desconcertó. Percibía un poco de miedo en sus bonitos ojos verdes…

—Yo soy… —intentó explicarse—. Soy medio…

—¿Medio…?

Ella se quedó callada un momento, como si intentara encontrar un modo de expresarse.

—Creo que… mejor te lo muestro, ¿vale? No te asustes demasiado…

—¿Mostrarme el…?

De repente el cuerpo de Érica desprendió mucho calor; al mismo tiempo, las luces de la habitación se volvieron locas, parpadeando de forma incesante… Un par de cuernos arqueados y rosáceos empezaron a brotarle de la frente, incluso sus ojos cambiaron de color hasta volverse de un violeta iridiscente…

Harry observó la metamorfosis, petrificado de la impresión, apenas podía respirar… Unas encantadoras alitas de plumas negras asomaron tras la espalda de su amorcito…

—Soy medio súcubo, cielo —se explicó ella con una vocecita insegura, cuando hubo parado la transformación y la suite dejó de parecer una discoteca.

—¡JOOODER! —exclamó él, apartándola para salir escopeteado de la cama. “Mis amigos me han metido un psicotrópico en el vino, voy ciego” se dijo. No obstante, le bastó otro rápido vistazo para percatarse de que no alucinaba.

—Vas… Vas un poco borracho pero no te lo estás imaginando, soy así —alegó ella, hablando de forma pausada.

Él se masajeó los ojos con las manos y respiró hondo varias veces. Quería gritar… “¡Estoy dormido! Nunca me he casado, todo es un sueño” pensó, dándose un tortazo que le dolió horrores.

—¡No hagas eso! No estás soñando, lamento decirte que seguimos en el mundo real… Hay muchas cosas que desconoces, cariño…

Harry no sabía como afrontar aquella situación tan surrealista… Por instinto corrió hacia el baño y se encerró con pestillo. Después de veinte minutos horribles, el silencio se volvió abrumador, tanto, que fue consciente de que se había refugiado en un cuarto sin ventanas, ni cualquier vía de escape. Entonces, decidido a huir de la habitación, entreabrió la puerta y asomó la cabeza. Ella se había ovillado en la cama, llorando en voz baja, con las alitas caídas y cubriéndose el rosto con las rodillas. Rezumaba una tristeza tan infinita que lo dejó fuera de combate, mitigando el miedo que lo invadía.

“Maldita sea. Así no parece demasiado peligrosa…” meditó. “¡Aprovecha ahora que está distraída y sal por patas!”. Y pese a ser un sabio razonamiento, permaneció allí, incapaz de discernir por qué no lo obedecía…

—¿Vas a hacerme daño? —se decidió a preguntar desde su escondite, con la voz queda.

Al oírlo Érica alzó la cabeza para mirarlo, mordiéndose el labio inferior. El maquillaje corrido le daba un aspecto ligeramente gótico.

—No cariño, eso jamás. Deja que te lo explique, ¿Vale?

La puerta del lavabo se abrió lentamente y el hombre caminó despacio hacia la silla donde había dejado la levita. Por el camino agarró una de las lámparas del tocador y se sentó alerta, preparado para huir o atacar si era preciso.

—¿Eso es un poco innecesario, no te parece? —alegó ella, estudiando la pomposa arma improvisada. La bombilla seguía encendida y el cable había quedado tan tenso como la cuerda de un arpa.

—Agradece que no me haya ido corriendo del hotel. Y como intentes algo raro te juro que te arreo.

—Vale, de acuerdo… Lo… Lo importante es que me escuches, sólo deseo eso, de verdad…

Harry se rio histérico. ¡Y él sólo quería una vida normal, una mujer que lo quisiera y lo deseara, como cualquier hijo de vecino! Aún no podía creerse que su pareja, de repente, pareciera una versión oscura y un poco más intimidante que un angelito de aquella marca de lencería que no lograba recordar…

—Hay otra cosa que has de saber… —añadió Érica, nerviosa.

—Deja que lo adivine… ¿Escupes fuego por el coño?

Al escuchar eso su esposa rompió a llorar otra vez.

—Vale, vale, ¡Lo siento! —se disculpó Harry—. Es que no sé cómo asimilarlo… Contigo he tenido la mejor relación de mi vida, incluso faltando el sexo… En seis meses he sentido que conectábamos de una manera increíble, ¡Tanto que míranos, aún llevo gran parte de mi traje de novio! Pero desde luego NO eres lo que pareces…

“El año que viene conocerás a tu amor verdadero, una señorita que no será lo que aparenta…” las palabras de la vidente acudieron a su cabeza de nuevo. “La virgen, me avisó de esto…”

Su mujer intentó hablar varias veces. Cuando recuperó el control sobre sus emociones, respiró hondo…

—Te entiendo, de verdad —dijo con la voz temblorosa—. Pero tenía mucho miedo de que me dejaras o de que…

—¿De que me sacaras un ojo con esos cuernos mientras follábamos?

Ambos mantuvieron una intensa mirada.

—O de algo peor, cariño —contestó ella, decidida a pasar por alto el comentario—. Maté a todos mis maridos en la noche de bodas, porque los seres como yo nos alimentamos de la energía de los hombres durante el acto sexual.

Harry se quedó paralizado.

—¡La madre que nos parió a los dos! —estalló, fuera de si— ¡Eres una maldita viuda negra, y encima paranormal! ¡Te has equivocado de tipo, preciosa, porque sabes que mi cuenta corriente no está llena de ceros a la derecha!

—¡Yo no soy eso, yo soy buena, te lo juro! —exclamó Érica, desconsolada, llorando de nuevo—. No quiero matar, no disfruto con ello… En todas las ocasiones sucedió sin querer… Y no deseo hacerte lo mismo, a ti no…

El hombre se tapó los ojos durante un segundo, con las mejillas mojadas. Ella se mecía adelante y atrás, ocultando la cara otra vez. Quiso decirle algo pero ni siquiera podía pensar con claridad. Y la última revelación no había hecho más que empeorar la situación…

—Está bien —consiguió decir, al cabo de unos instantes, tras serenarse. Le temblaban tanto las manos que la tulipa de la lámpara se agitaba constantemente—. Voy a dejar que te expliques, después decidiré que hacer.

Su esposa volvió a mirarlo y respiró hondo, intentando dejar de sollozar. Cuando pudo calmarse lo suficiente, empezó a hablar.

—Mi… Mi padre era un diablillo menor, muy cachondo y adicto al sexo…

—¿Con diablillo te refieres a… a… salido del infff… infierno?

—Sí, se les llama íncubos. Aunque… nunca he ido a su casa de vacaciones, por lo que no me preguntes como es.

—Joder.

—Al menos, no creo que sea como lo pinta la biblia, por ejemplo.

Los dos necesitaron romper el contacto visual, mirando cada uno hacia un lado.

—El caso es que en el sesenta y tres el bribón se puso las botas en una comuna hippie, dejando a algunas de sus amantes embarazadas. Y de ahí surgimos tanto mis cinco hermanas como yo…

—¡Pero si una es monja! —exclamó Harry, sin pensar.

Una alarma interior se agitó en su embotada cabeza, que aún era incapaz de asimilar aquel giro de su vida. Ni siquiera podía explicarse el motivo de haber decidido quedarse para escucharla. Aunque en aquel momento, otro dato le llamó poderosamente la atención, apartando las otras incógnitas a un lado. Si había entendido bien, Érica había nacido en los sesenta…

—Espera, espera… Dame unos segundos, todo esto es muy fuerte. ¿Me estás diciendo que tienes cincuenta y tres años, y que tu hermana Clara, la dulce monjita, es como tú?

Su mujer asintió con la cabeza.

—Si a las dos cosas. Y no envejezco al mismo ritmo que tú, Harry. Pero déjame que te cuente la historia en orden, por favor.

—De acuerdo, ya estoy alucinando lo suficiente como para encima, no enterarme de nada…

El silencio volvió a la habitación durante unos instantes.

—Nuestras madres —dijo ella, rompiendo la pausa— tenían una sensibilidad especial y tardaron poco tiempo en captar que sus bebés no eran como los demás, por lo que decidieron irse a vivir juntas a otro lugar, para criarnos como una familia. De pequeñas ya podíamos transformarnos, algo que heredamos de nuestro progenitor fugado. Y jugábamos entre nosotras durante horas, inconscientes de la otra parte mortal de nuestra herencia. Clara fue la primera, precisamente, en descubrir lo que sucedía durante el sexo. De adolescente se enamoró de un chico de su misma edad, que falleció, como supondrás. Y ella decidió que jamás volvería a amar a nadie. Varios años después conoció a un cura joven, con el que entabló una estrecha relación de amistad. Y al año se hizo monja, a los veinte, creo recordar…

—Sinceramente, no lo entiendo. ¿Es que los íncubos no matan a sus amantes? Y si sois medio diablo, ¿Cómo es posible lo de Clara?

—¡Porque somos buenas, te lo he dicho! —exclamó Érica—. Creo que Dios no es un barbudo severo y cano. Yo lo veo como una energía buena, el amor en su estado universal, con muchas caras que trascienden a todas las culturas… Y sé que ve la auténtica naturaleza de las cosas, la que hay en el corazón… ¿Por qué te crees que tu cuñada es monja? ¿Y hemos podido casarnos en una iglesia, no?

En esos puntos Harry debía darle la razón. Era verdad, no había caído en aquel dato. No obstante, cualquier psicópata podía hacerse cura o desposarse en una catedral y seguir asesinando a su antojo…

—En cuanto a lo de los íncubos, no matan siempre, solo cuando lo desean. Es una ventaja que dejan a sus hijas, las súcubos, pese a que hay diferencias, dependiendo del linaje. Al ser medio humanas, por algún extraño motivo nosotras nos quedamos sin poder decidir, matamos aunque algunas… no queramos hacerlo.

—Me cago en todo… —dijo el hombre—. Vayamos por partes, ya abordaremos lo del sexo. ¿Quieres decir que de haber sido malvada, habrías ardido en el altar o algo así? Me parece una tontería, sino mira a la inquisición española y a Torquemada, su inquisidor general… O los escándalos de pederastia, hablando de una época reciente… Ellos no han ardido en un lugar sagrado…

—¡¿Es que mis cuernos y mis alitas no te han dado la pista de que soy un poquito diferente?!

Harry la miró mosqueado y Érica se suavizó.

—Tal vez habría ardido, no lo sé, es la primera vez que me caso con una ceremonia religiosa. Desde luego, Clara no se habría hecho monja de no haber conocido al padre Karras, el que nos ha casado hoy. Él es de las pocas personas que sospecha algo de nosotras. Y fue quien convenció a mi hermana de que en la oscuridad también podía haber una luz reluciente, brillante y pura. Es bastante alternativo, ya lo conoces. Y desde luego, ser creyente no te hace buena persona, creo que eso lo sabes bien y prefiero ponerte otro ejemplo, Torquemada me da escalofríos hasta a mí, que ya es decir. ¡Ahora mírate a ti! No eres religioso para nada, aunque tu mente es bastante abierta y te has casado allí por mí, porque a Clara le hacía mucha ilusión. Y eres una persona maravillosa, la mejor que he conocido en mi vida…

El hombre desvió la mirada de los ojos iridiscentes de su mujer. Ella estaba claramente nerviosa y la última parte de su discurso no le había parecido elocuente, pese a que el mensaje lo conmovía.

—Necesito un güisqui —soltó, levantándose de la silla para caminar hacia el mueble bar, aún con la lámpara en las manos. El cable se desenchufó con el estirón, apagando la bombilla.

Érica lo estudió, captando el cambio en la actitud de su marido. Él no era consciente, pero ya se había relajado un poco. Hasta le daba la espalda mientras se preparaba la bebida… Entonces escuchó como se reía solo, junto al tintineo de los hielos en el vaso.

—Ahora entiendo como Carla, Adara y Martina son lesbianas —pensó Harry en voz alta—. Con lo buenas que están…

—¡Oye!

—¡Lo siento, digo lo que pienso! —añadió él, dándose la vuelta, con el alcohol en la mano—.  A varios de mis amigos los han vuelto loquísimos, y lo has notado…

—Sí, lo he visto. Tus colegas lo tenían imposible, las chicas están bien así. Creo que Adara siempre lo fue, y las otras son bisexuales. Aunque admito que las mujeres son inmunes a nuestra energía mortal, no les afecta… Además, recuerda que casi todas no queremos matar…

La alarma regresó de nuevo. “¿Ha dicho casi todas?” pensó el hombre, dando un sorbo al güisqui. En ese momento recordó varias escenas de la boda… Charly, su hermano pequeño había seguido a una de sus cuñadas como un perro faldero durante todo el día… una que era soltera… “Oh, mierda”.

—¡¿Y Zafiro?! —preguntó alarmado.

Su esposa se mordió el labio.

—Ella es… Es la que… Quiero a mi hermana, aunque no nos llevemos bien porque no nos gusta que sea…

—¡Hazme el favor de soltarlo ya!

—Es la ovejita negra, podría decirse, la única que sigue matando en activo. Aunque no te preocupes, le prohibí que se liara con nadie… Bueno, más bien la amenazamos todas muy seriamente. ¿Por qué te crees que la hemos invitado?

El pánico invadió a Harry, intensificando el nudo que sentía en la boca del estómago… Hacia el final de la velada había sorprendido a Charly besándola en los jardines del restaurante…

—¡LA VIRGEN, POR DIOS! —exclamó, zaraceando el brazo con tata fuerza que casi tiró líquido al suelo—. ¡LLAMA A TU HERMANA AHORA MISMO! ¡LA MUY CABRONA QUIERE COMERSE A CHARLY! ¡ME LOS ENCONTRÉ DÁNDOSE EL LOTE!

Érica se sobresaltó.

—¡Pero si es un crío! —gritó, saliendo apresurada de la cama, para buscar su bolso en el armario.

—¡¿No fastidies, quieres?!

Harry dejó el güisqui y el arma improvisada sobre el mueble y corrió hacia la levita, en busca del móvil, que no aparecía en ninguno de los bolsillos. Al final logró encontrarlo y al encenderse, la pantalla se apagó por falta de batería.

“Piensa, hostia, piensa” se regañó. Charly pasaba la noche en el mismo hotel… Ahora sólo tenía dos opciones. O su cuñada Zafiro se lo había llevado a algún lado o estaban allí, dos pisos más abajo…

—¡Me voy a ver si los encuentro en su habitación! —soltó el hombre.

Con diecinueve años su hermanito era más espigado que él a su edad. Y sabía que seguía siendo virgen… “Éste quiere darse el estreno” reflexionó, al salir al pasillo. En circunstancias normales, se sentiría hasta orgulloso. Zafiro era mayor y muy atractiva…

—¡Espera cariño! —le rogó Érica, cuando abandonó la suite.

Por el camino al ascensor el hombre agarró una lámpara inalámbrica de aspecto robusto del pasillo, de forma impulsiva, sin pensar en lo ridícula que era su arma. Y antes de llegar al moderno elevador, se cruzó con una pareja de ancianos que le dedicaron miradas suspicaces.

—Ese… —susurró el viejo, cuando lo pasaron de largo—. Ese se acaba de casar, y se ha enterado de que su mujer se ha estado trajinando a un invitado de la boda, que te juegas. Míralo como va, armado y todo.

—Calla, Fernando, que nos va a oír —le reprochó su señora, apretándolo del brazo.

Licencia Creative Commons
Una noche inolvidable, primera parte por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

12 Comentarios

  1. Irene F. Garza

    Me ha encantado esta primera entrada Ramón.
    Qué buena historia 🙂
    Me quedo esperando la continuación con muchas ganas.

    Un fuerte abrazo!

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, Irene! Me alegra que te haya gustado y que te intrigue, jeje. A ver que pasará la semana que viene! ; )

      Responder
  2. Chelo

    Menuda historia, Ramón. Esa conjugación de seres fantásticos y humanos, lenguaje coloquial y la pizquita de humor me han «hechizado». Yo tengo pensado publicar algo con motivo de esa fecha también, pero ni de lejos me desborda como a ti la imaginación.
    Esperaré ansiosa el desenlace, pero ya viendo que en lugar de noche de miel fue noche de hiel no sé por dónde pueden ir los tiros…u otra cosa.
    ¡Un beso!

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar, Chelo! Me alegra que te haya hechizado mi relato y que te haya gustado, jeje. Me he reído mucho con tu comentario, lo de la noche de hiel ha sido buenísimo, jeje. Quien sabe, creo que en el desenlace puede suceder de todo, jaja. Lo veréis la semana que viene, un abrazo! ; )

      Responder
  3. David Rubio

    Bueno, bueno… Un relato que anda por la sensualidad, se adentra en el terror, avanza por el humor e incluso bordeando reflexiones del bien y el mal para dejarnos en ascuas por el pasillo. La lectura es amena, divertida, entretenida, ágil… ¡Para pasárselo en grande con su lectura! Gracias por compartirlo. ¡Saludos! A esperar hasta el 31

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar y por el halago, David! Jeje, me alegra que te haya gustado este relato que mezcla muchas cosas y gracias a tí por leerlo! En ocasiones cuando hay una idea, la luz de la bombilla se vuelve incandescente y te quema los dedos si dejas de teclear. Espero que vuelvas el 31 para ver el desenlace y que te siga gustando tanto como esta primera parte. Un abrazo! ; )

      Responder
  4. Edgar K. Yera

    Divertidísimo relato, una trama muy elaborada, una lectura que he disfrutado mucho.
    Sé que tengo varios relatos tuyos por capítulos empezados, hoy por hoy, entre el trabajo y los niños pequeños, dispongo de poco tiempo para leer y escribir, y sigo muchos blogs, así que voy picoteando un poco de cada uno, pero quiero que sepas que eres uno de los escritores blogueros a los que más admiro, y con los que más disfruto. Te aseguro que cuando disponga de más tiempo libre devoraré cada relato de tu blog.
    Este me ha encantado, una mezcla explosiva de terror y humor, con personajes muy bien definidos, escenas de impacto, y grandes reflexiones y revelaciones.
    Este sí, en cuanto salga su continuidad le hincaré el diente sin demora, Ramón.
    ¡Abrazo, Compañero de Letras! 🙂

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por el enorme, grandísimo halago, Edgar! Entiendo perfectamente lo que explicas, es algo muy comprensible, sobre todo cuando se tienen peques. Yo de momento sigo solterete y sin niños, pero no me cuesta imaginar lo difícil que ha de resultar compaginarlo todo, aunque deseo descubrirlo algún día. Me gustaría decirte que eres bienvenido a mi blog siempre que quieras –bueno, creo que eso ya lo sabes– y me ha hecho mucha ilusión leer tu comentario, de verdad. Espero no defraudar con el desenlace, que nervios, jeje. ¡Un abrazo, compañero de letras! ; )

      Responder
  5. María

    Me ha encantado la pareja con la que se cruza al final de esta primera parte, me parece que le da frescura y realidad al relato lleno de seres fantásticos.
    Espero pronto esa segunda parte.
    Un besillo.

    P.D. Y también espero Ciudades, ejem, ejem.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, María! Me alegra que te hayan gustado tanto el relato como esa pareja de abuelitos suspicaces, jeje. En cuanto a ciudades, jaja, no te preocupes, que después del desenlace de «Una noche inolvidable» caliento motores, prometido. Un abrazo, compañera de letras! ; )

      Responder
  6. Estrella Amaranto

    Me ha gustado también tu relato, Ramón, lo encuentro provisto de una acertada argumentación muy bien elaborada y donde la intriga está siempre presente.
    La imaginación y el humor son otros dos elementos presentes que le confieren estilo y calidad. En cuanto al desarrollo lo encuentro interesante debido a esas extraordinarias experiencias que acontecen y le dan ese aire de misterio y terror.
    Por último señalar que el uso en ocasiones de léxico coloquial y de estos tiempos me ha resultado atractivo también.

    Un abrazo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, Estrella! Me alegra que te haya gustado el relato y gracias a ti por pasarte a leerlo, jeje. La verdad es que me he divertido mucho escribiéndolo, pese a que me ha costado un poco, siendo sincero. Espero que vuelvas a mi blog el 31, a ver que te parece el desenlace. Un abrazo! ; )

      Responder

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