Al oír el rugido del automóvil, Filomena Hawlery miró por la ventana. Su marido acababa de llegar a casa, cargado con un montón de paquetes que sobresalían de la parte trasera de la máquina infernal.
“Míralo, con su maldito trasto” pensó, estrujando la carta.
El servicio se afanaba en descargar el abundante equipaje, mientras él discutía con el cochero. Había pasado un mes en la capital para atender sus negocios. Se lo veía muy bien.
“Como he podido ser tan ingenua” se reprochó la mujer. Siempre había creído que su esposo la amaba de verdad. Pero la misiva que sus dedos apretaban con furia, escrita por un pajarito de Washington que la advertía de sus numerosas infidelidades, la había retornado al mundo real. “No sé ni cómo puedo pasar las puertas con estos cuernos. ¿Treinta bastardos a mis expensas? Cabrón, me lo vas a pagar con sangre”.
Ahora sabía que el factor fortuna fue determinante en su matrimonio, algo que juzgó cruel.
“Al menos ha vuelto para el aniversario” reflexionó Mrs. Hawlery, sonriente. Le había comprado una bonita caja de puros como regalo. Y dentro guardaba un afilado cuchillo, que pensaba utilizar aquella misma noche…
Arthur Delhois se regodeaba con el periódico en la mano, mientras miraba por la ventana degustando un exquisito vino francés. Le sabía delicioso, a victoria.
Su enemistad con Jhon Hawlery había franqueado la barrera del odio hacía ya mucho tiempo. Aunque siendo sincero, jamás había soportado a aquel empresario atractivo y cortés, con más suerte que espalda y que siempre le robaba la clientela.
“Esnob estirado, espero que disfrutaras de tu aniversario de bodas” se dijo Delhois, contemplando gustoso la noticia que ocupaba la cubierta.
—Conocido empresario muere cruelmente asesinado por su esposa —leyó en voz alta.
El carácter desconfiado y celoso de Mrs. Hawlery era bien conocido en la alta sociedad, tanto, que había podido usarlo en su propio beneficio. Una carta anónima con acusaciones falsas y la venganza estaba servida.
“Pobre desgraciada” pensó el hombre, al recordar que ella se había suicidado tras cometer el crimen. Se hallaba tan sumergido en sus tribulaciones que no captó la helada presencia tras él, hasta que fue demasiado tarde.
Después de ser apuñalado repetidas veces por todo el cuerpo, Delhois cruzó una aterrada mirada con el espectro de Filomena, que lo contemplaba con sus ojos blancos y muertos, esbozando una gélida sonrisa. Fue lo último que vio.
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Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )
Muy buenos relatos enlazados entre ellos. Un astuto «amigo»de la pareja que utilizó los sentimientos de ella para cometer el crimen que el deseaba. Trama muy bien llevada en pocas palabras. Genial Ramoncito.
Besosos
Muchas gracias por comentar, Mendiel! Me alegra que te haya gustado, jeje. Aún hay otro misterio por resolver, y te animo a que te leas los otros Leyendas para descubrirlo ; )
Dos relatos perfectamente encadenados con un factor común: la muerte de sus protagonistas a manos de Filomena. Sin duda era una mujer «resolutiva» tanto en su vida como después, en su estado de muerte, ji,, ji.
Arthur Delhois no me da ninguna pena, la verdad. Creo que se ha hecho justicia después de todo, y es que casi nadie es tan listo como se cree.
Muy amenos y entretenido, Ramón. Relatos cortitos pero con «sustancia» :))
¡Un abrazo!
Muchas gracias por comentar y por los halagos, Julia! Me alegra que te hayan gustado los relatos. Desde luego, Filomena no perdía el tiempo con tonterías, jeje, y Delhois sufrió el destino que merecía. Un abrazo! ; )
Ejemplo de cómo una historia puede dar dos relatos solo con cambiar el enfoque de la cámara. Brillante ejercicio y buena venganza. Los mejores malvados son los que saben utilizar las debilidades de sus víctimas… aunque en este caso no reparara en el componente sobrenatural.
¡Saludos!
Muchas gracias por comentar, David! Me alegra que te hayan gustado el enfoque de los relatos. Fue una idea fugaz que me vino mientras escribía el primero, y no me pude resistir. Aunque hay otro secreto por ahí, jeje. Si revisas los anteriores Leyendas tal vez lo descubras, te animo a probar suerte. Un abrazo! ; )
Excelentes relatos que, vistos desde distintas perspectivas, se complementan.
La venganza, viniendo de la mano de un fantasma, resulta todavía más terrible.
Un lenguaje y estilo narrativo perfectos.
Saludos.
Muchas gracias por comentar, Josep Mª! Me alegra que te hayan gustado los relatos. Cierto, una venganza fantasmal puede ser terrible, sobre todo cuando está bien justificada, jeje. Un abrazo! ; )
La venganza mejor que se sirva fría y bien pensadita, 😉
Muy buenos relatos y mucho en común, el odio.
Un fuerte abrazo! 🙂
Muchas gracias por comentar, Irene! Me alegra que te hayan gustado y muy cierto, el odio es como una granada, que te puede estallar en las manos. Un abrazo! ; )