En aquella ocasión la letra le había quedado distinta a las demás, ligeramente curva y achatada. Pero después de marcar mil quinientos boletos con ese nombre ya comenzaba a notar la mano entumecida.
“Creo que es suficiente” pensó la mujer, dejando la pluma a un lado del tintero. Dobló el papiro y lo tiró al interior del cofre, junto a los demás. Muy pronto la hija del duque iba a aprender que la vida podía ser cruel e injusta. Y todo por habérselo arrebatado.
“Cometiste un error, hermosa Daphne. Conmigo no se juega y el príncipe está hecho para mí”.
Por fortuna Carlota conocía los delirios que el guardián del sorteo sentía hacia los distintos matices del oro, un dato que iba a aprovechar en su favor. Bastaba con una quema accidental de la urna durante la misa previa al sacrificio, para no levantar sospechas de la trampa.
Ahora solo tenía que hacer llegar su contenido amañado al lugar indicado y beber una copa de vino antes de irse a dormir, degustando el dulce sabor de la victoria.
—Carlota de Cineres —leyó el rey bien fuerte, tras extraer y desdoblar el boleto.
La multitud congregada en la sala del trono respiró aliviada al comprobar que no había salido ninguno de sus hijos o familiares, mientras los padres de la desdichada rompían a llorar desconsolados.
La ganadora del sorteo apenas pudo hablar cuando la apresaban los guardias y la llevaban ante las hermanas, que la esperaban dispuestas a purificar su alma. No comprendía como un plan tan sencillo había salido así de mal y mientras le ponían un vestido blanco y recogían su brillante melena con un velo del mismo color, su cabeza daba vueltas y más vueltas…
Pero no fue hasta el anochecer, que la condujeron al mástil rojo para dejarla atada en él a la espera de la bestia, e iluminada por un círculo de hogueras, cuando el abrumador peso de la realidad la golpeó con rudeza logrando que rezara pidiendo perdón por sus numerosas malas acciones.
—Amado Dios bendito, mándame a un santo que mate al monstruo —rogó entre lágrimas, mirando al brillo de la luna.
Entonces el relinchar de un caballo llegó a sus oídos y el candor de una antorcha se vislumbró en la lejanía, mordiendo la oscuridad. La joven supo que alguien acudía a su encuentro y lloró llena de felicidad, hasta que un jinete se detuvo a su lado y se bajó del corcel con un gesto galán.
—¡Mi príncipe! —exclamó ella, al reconocer aquellas hermosas facciones gracias al titilante brillo de la llamas.
—Mi dulce y despiadada Carlota, he venido a felicitarte por tu maravilloso plan. Lograste despertar mi esquiva curiosidad.
Al oír eso la mujer sintió un escalofrío. No obstante prefería cualquier castigo que morir devorada por el dragón.
—¡Lo lamento, os lo juro! ¡Lo hice por celos de amor!
Él sonrió, un gesto que adquirió un cariz siniestro gracias a la particular iluminación.
—Muy tierno por vuestra parte.
—¡Pues por Dios, mi señor! ¡Liberadme antes de que venga la bestia!
—Primero deseo que me respondáis a una pregunta, preciosa. ¿Realmente pensasteis que nadie más amañaría el sorteo?
El miedo ante aquellas palabras se dibujó en el rostro de la joven.
—¿Vos hicisteis trampas para que saliera mi nombre?
—Habéis acertado, querida amiga.
—¡Bastardo mal nacido! ¡¿Por qué?!
Entonces el muchacho se acercó a ella y la agarró de la barbilla, forzando el contacto visual. En ese instante sus ojos se volvieron brillantes y rojos, malignos… Carlota intentó soltarse de las cadenas, profiriendo alaridos de terror que ahora lo intuía, no serían socorridos…
—Porque… ¿Sabéis una cosa? —añadió él, mientras su boca comenzaba a cambiar, estirándose hacia delante para mostrar dientes afilados como cuchillos— Gracias a una caprichosa maldición, yo soy el dragón… Y me gusta escoger lo que voy a cenar…
Especial Sant Jordi: Leyendas 10 por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )
Una nueva versión no apta para menores de 7 años, jaja, pero me ha encantado. La leyenda reescrita desde un ángulo menos dulce, más maligno. Pero, de todos modos, acaba de forma justa: la malvada Carlota paga por su fechoría.
Muy buena idea y mejor narración, Ramón.
Un abrazo.
Muchas gracias por comentar y por el halago, Josep Mª! Me alegro de que te hayan gustado, jeje. El relato 20 supera el límite de palabras que suelo usar para «Leyendas», pero la historia bien merecía la pena, jeje. En cuanto a Carlota opino com tu, se lo merecía por mala, pero no puedo evitar sentir un poco de pena por ella. Un abrazo! ; )
Menudo final. No me lo esperaba para nada. Pero hecha la ley hecha la trampa. Me ha encantado esa vuelta de tuerca a la leyenda. Genial.
Un besillo.
Muchas gracias por comentar María! Me alegro de que te haya gustado esta pequeña ida de tuerca, jeje, y más aún de haberte sorprendido con el final. Un abrazo! ; )