Cuando las puertas del ascensor se cerraron Harry contuvo el aliento. No podía dejar de pensar en Charly y lo importante que era para él. La idea de que le hubiera sucedido algo tan horrible le aguijoneaba la cabeza, como si le clavaran espinas en las neuronas. “Dios, escúchame” rogó mentalmente, mirando al techo por instinto y apretando la lámpara bien fuerte; si su mujer y sus cuñadas existían, tal vez… “Haz que mi hermano aún no se haya liado con esa cosa, por favor, te lo suplico…”
Al llegar a la primera planta sonó una campanita que despertó al hombre de sus ensoñaciones. Las puertas metálicas se abrieron y él abandonó la cabina apresurado, en busca de la habitación número trece. Hasta la cifra le daba grima en aquel momento, un detalle al que en otras circunstancias, no le hubiera prestado la más mínima atención.
En el pasillo no había ni un alma y una de las bombillas del techo destellaba provocando un efecto grotesco, a película de terror añeja. Harry echó a correr desesperado, recordando el comportamiento que las luces habían tenido en su suite durante la trasformación de Érica… Unos minutos después dio con la puerta indicada, resoplando y bañado en un sudor helado. Comenzó a picar como un loco, al borde de la histeria…
—¡Charly! —lo llamó insistente— ¡Charly, si estás ábreme, joder!
Se oyó movimiento en el interior de la estancia y varios pasos que se aproximaban. Unos instantes después su hermanito se asomó al pasillo, a medio vestir, aún con los pantalones del traje puestos y los zapatos abrochados. Manchas de carmín le adornaban el cuello, junto a un contundente chupetón.
Al verlo Harry lo abrazó al borde del llanto y comenzó a besarlo en la frente, algo que no había hecho jamás.
—¡¿Pero tío, que haces aquí?! —quiso saber Charly, sorprendido por la efusividad del momento.
El hombre notó que algo duro se le clavaba en la pierna y se apartó veloz.
—¡Dime por Dios que tienes el teléfono en el bolsillo…!
—Pues va a ser que sí… —contestó el chico, poniéndose colorado mientras lo escrutaba de arriba abajo. Sus ojos se detuvieron en la lámpara, un poco entornados—. Vienes en muy mal momento, mamonazo. Tengo a Zafiro a punto de caramelo, poniéndose algo sexy en el baño… Es puro fuego tío… ¿Pasa algo? Pensé que ya estarías en pelotas, dándole caña a tu súper mujer…
—¡Joder chavalote, no seas bruto! —le soltó Harry, dándole una colleja.
Su hermano olía a alcohol y percibía que iba con el puntillo. “A ver cómo le explico que se le ha acabado la fiesta” pensó. Entendía perfectamente sus pretensiones, eran algo tan natural como respirar. Pero prefería morir antes que dejarlo en manos de su cuñada. “Improvisa, joder…” se regañó mentalmente.
—No puedes liarte con ella —alegó a destajo.
—¡Has de ir muy ciego para pensar que no lo voy a hacer! ¡Voy caliente como una nutria!
“Cabroncete” se dijo el hombre.
—Escúchame bien —añadió, poniéndose lo más serio y tajante que pudo. El corazón le palpitaba tan fuerte que le dolía el pecho. Tenía que aprovechar la ventaja de que su cuñada no se hallara presente…— Érica me ha contado que Zafiro está desequilibrada y es peligrosa.
Charly estalló en una sonora carcajada.
—Sí, estás de coña. Ahora en serio, ¿Os ha pasado algo? ¿Por qué llevas esa lámpara…? Oh mierda, dime que no te han puesto los cuernos… ¡JODER! ¡¿QUIÉN HA SIDO, QUE LE PARTO LAS PIERNAS?!
“Por mucho que me cueste asimilarlo, si hubiera sucedido algo así sería más fácil” reflexionó Harry. Presentía que se quedaba sin tiempo…
—¡No seas bruto, que Érica no me ha engañado con nadie! —contestó, recordando al viejo del pasillo—. Te lo digo de verdad, me ha mandado en tu busca, angustiada. Zafiro es peligrosa…
El chico le dedicó una intensa mirada, como si deseara discernir la autenticidad de sus palabras.
—¿La lámpara es por ella? —inquirió dudoso—. ¿Has tomado drogas en el banquete y no me has invitado, cabrón?
—¿Qué? —preguntó el hombre, empujándolo para entrar en la habitación, en busca de algo que ponerle en la parte superior del cuerpo.
Encontró las piezas faltantes del chaqué tiradas de cualquier manera en una silla y las cogió en un montón con una sola mano, sin darle muchas vueltas. Tenían que salir de allí en cuanto antes… Miró un segundo hacia el baño, acongojado…
—¡Nada de drogas, te lo tengo prohibido y lo sabes! —le reprendió—. ¡Ahora hazme el maldito favor de vestirte, que nos vamos…!
Le tiró el bulto de ropa y la camisa cayó a los pies del muchacho, que seguía quieto, analizando la situación.
—¡Venga!
Harry parecía realmente asustado, tanto, que Charly obedeció rechistando por lo bajo.
—Mira que joderme un polvazo como este —susurraba con el ceño fruncido mientras se agachaba—. Pues menos mal que me has pagado tú la habitación…
Cuando se hubo puesto la camisa y el chaleco sin abrochar, el chaval miró un momento en el bolsillo interior de la levita, para asegurarse de que tenía la cartera… Entonces su hermano se plantó junto a él y lo agarró del brazo con fuerza, dispuesto a estirarlo si era preciso…
En ese momento se abrió la puerta del lavabo y Zafiro salió lentamente. Los dos la miraron con los ojos muy abiertos y el chico soltó un silbido sin poder contenerse.
Ella llevaba el oscuro cabello recogido en una coleta, e iba vestida con un conjunto de cuero negro que se ceñía sobre sus curvas, destilando una increíble sensualidad animal. Sus piernas de modelo quedaban realzadas por unas botas altas, que le llegaban hasta las rodillas. Iba tan arrolladora que hasta Harry alucinó.
—Vaya, vaya, vaya —dijo Zafiro, picándose en la mano con una fusta, un detalle que logró dibujar una sonrisa en el rostro del muchacho—. Pero mira a quien nos ha traído la providencia. Veo que sigues por aquí, cuñado, que grata sorpresa.
—Ni se te ocurra moverte de ahí.
—Para que luego digan que el amor no es un incordio —contestó ella, dando un pasito provocador—. Deja que lo adivine, Érica no ha podido hacerlo sin confesarte su secretito, ¿Verdad?
Charly los estudió a los dos, confuso por la extraña conversación. Ante él tenía al pibón más extraordinario que había visto jamás… Aunque la actitud de Harry…
—¿De que habláis? Nena, estás tremenda…
—Gracias guapo. ¿Por qué no ignoras a tu hermano y vienes conmigo? Creía que te gustaría el cuero…
—El cuero me mola mazo —dijo el chico.
Una sonrisa traviesa se perfiló en los rojos labios de la mujer.
“Oh, grandísima mierda” se dijo Harry, colocándose delante de Charly, sin pensar. Perder aquella batalla contra la tentación del crío era tremendamente fácil, y no podía culparlo.
—Nos vamos ahora mismo… —soltó, modulando la voz para que sonara severa. “¿Érica, donde diablos estás?”
—Me pregunto si mi querida hermanita te ha contado toda la historia —expuso ella socarrona, avanzando otro paso. La fusta volvió a chocar contra su palma, haciendo un ruido contundente que resonó por toda la habitación.
El hombre la miró inseguro, y supuso que tenía parte de razón. Los acontecimientos habían ido tan atropellados que la conversación con su mujer había quedado inconclusa…
—Verás, cuñadito —añadió Zafiro, aprovechando el silencio—. Voy a contarte yo algo. Érica es adorable, pero tremendamente insegura. Hace veinte años Adara la convenció para que fuera a ver a una vidente de la ciudad, que resultó ser auténtica. La mujer en seguida captó la naturaleza de mis hermanas, porque no era distante a la oscuridad del mundo, la conocía…
“Una adivina de la ciudad” repitió Harry en su cabeza. Eso le sonaba. La curiosidad se mezcló con el instinto de supervivencia, que le indicaba una y otra vez que debían echar a correr por un peligro inminente. Pero necesitaba información…
—¿Y sabes lo que dijo? —preguntó ella, avanzando otro paso.
—Dímelo tú, preciosa —respondió él, fingiendo valentía.
Charly escuchaba la conversación en silencio, sin comprender lo que sucedía.
—Hay un hombre para ti —recitó Zafiro—, un semental inmune a tu don mortal. No lo reconocerás a la primera y fallarás, cegada de amor. Pero vuestros destinos están unidos a fuego desde los albores del tiempo… —estalló en una sonora carcajada.
Harry se quedó paralizado, una parte de su ser vibraba con aquellas palabras. Eran dos coincidencias que desde luego, daban que pensar.
—Es trágico ¿verdad? —siguió hablando la mujer—. Érica juró que nunca erraría, mi ilusa hermana. Cinco bodas y las falló todas, acabando con sus maridetes. Es una viuda negra en potencia, y todo por culpa del amor.
—Joder, ¿que está pasando aquí, Harry? Esto es raro de cojones —explotó Charly.
—Pasa bonboncito, que bastante tiempo después del último chasco acabado en desgracia, apareció tu hermano y la volvió loca, logrando trastocarla lo suficiente como para que pensara que él, era quien predijo la adivina. Un tipo guapo pero rechoncho, tierno y de buen corazón, pureta…
—Solo tengo treinta y cinco años, soy joven todavía y no estoy gordo —matizó el hombre por impulso, un poco mosqueado ya con el mundo.
—No te ofendas, solo estás un poco dejado. Pero eres tentador, mucho. De hecho he ido a por tu hermano porque es una versión más joven de ti… y virgen…
—Ya te he dicho que no soy virgen, nena —puntualizó Charly.
Zafiro lo ignoró, centrada en su cuñado.
—Lo has notado, ¿verdad? —continuó hablando—. El miedo, la inseguridad con la que ha decidido confesarse, supongo… Los varones sois un poco limitaditos, así que por si un caso, yo te lo explico. Ella te quiere tanto, que te ha dado la opción de decidir, nunca se había enamorado así con anterioridad. ¿No lo has visto? ¡Espera, pero si es probable que hasta te cagaras encima del susto!
Harry no podía hablar. Su cerebro daba vueltas…
—Mi pobre hermanita, con sus cuernos rositas y sus bonitas alitas de angelito caído…
—¿Como que cuernos rositas? ¿Y que coño es eso de la viuda negra? —preguntó el chico, mirando a su hermano mayor.
Los músculos de la mujer se tensaron, como lo haría un felino antes de atacar.
—Lo has entendido bien, guapo —dijo, de forma agresiva.
—Charly, corre —le susurró el hombre, reaccionando ante el cambio de actitud.
—¡Me refiero a unos como éstos!
Entonces las luces de la habitación comenzaron a parpadear, al compás de la transformación… Unas enormes astas de tonos granates le surgieron de la frente mientras sus ojos dejaban de ser azules, para volverse rojizos como la sangre. Al mismo tiempo, unas alas de murciélago le asomaron por la espalda, dándole un toque aterrador…
Los hermanos gritaron angustiados y Harry le tiró la lámpara a la cabeza, antes de estirar de Charly y echar a correr por el pasillo, rumbo a la tercera planta.
—¡¿Qué cojones está pasando?! —quiso saber el chico, histérico— ¡Zafiro es un puto demonio!
—¡Ya te lo explicaré, ahora corre…!
“Tenemos que llegar junto a Érica…” pensó acelerado. El suelo de mármol pulido resbalaba cosa mala con sus zapatos de hebilla…
—¡Voy a daros un poco de ventaja, cuñadito! —les dijo la bestia bien alto, desde la habitación—. ¡Contaré hasta tres!
El pasillo se hacía interminable. El hombre pasó de largo el ascensor, en busca de las malditas escaleras, pues no le parecía nada prudente encerrarse en un cubículo…
—Uno…
—¡POR DIOS TÍO, QUE YA VIENE!
—Dos…
Ambos patinaron un segundo y lograron no caerse.
—¡TRES!
Llegaron a una esquina y Harry se volvió antes de cruzarla. Zafiro ya corría tras ellos, con una sonrisa diabólica dibujada en el rostro…
Cuando iban por la mitad del nuevo corredor, Clara apareció por las escaleras, situadas justo al fondo y separadas por una cristalera…
—¡AGACHAOS AHORA! —les ordenó, acercándose a toda velocidad…
Los dos se dejaron caer al suelo de culo, resbalando por el piso y la monja les saltó por encima… Harry la siguió con la mirada, captando todos los detalles… Cuando ella estaba en aire sobre sus cabezas, las luces parpadearon de nuevo mientras se transformaba, para acabar golpeando a Zafiro en la cara, que ya se hallaba tras ellos… El impacto levantó una onda de energía que arrancó los cuadros de las paredes y la tiró varios metros más allá, junto a los objetos decorativos.
—¡TE LO ADVERTIMOS! —le chilló Clara.
Su hermana se levantó de forma antinatural, como si manos invisibles la alzaran por la espalda. Le sangraba un poco el labio inferior y la fusta había desaparecido…
—¡Ha llegado la defensora de Dios! —soltó cómica—. Él se ha sentenciado a muerte al casarse, ¡¿Es que no lo ves?!
—¡¿Y tú qué sabes?!
Charly logró ponerse en pie el primero y ayudó a Harry, que no podía apartar los ojos de sus cuñadas… El contraste entre ambas resultaba espectacular, incluso los colores de los cuernos o las formas de sus alas indicaban la enorme diferencia… De repente recordó a Érica, con las astas rositas… ¿Cómo había podido ser tan necio? Ahora lo veía con absoluta nitidez… Ella no le había mentido, había sido dolorosamente sincera con él desde el principio…
—No quiero hacerte daño, hermanita. Ambas sabemos que mi dieta rica en machotes muertos me hace más fuerte que todas vosotras juntas…
—A menos que él sea el esperado —puntualizó la monja, con la voz tensa. Su hábito había quedado dañado al salirle unas alas plateadas.
—¡Y una mierda! —Zafiro estalló en una rotunda carcajada, que resonó por el pasillo como un eco diabólico—. ¡No sé ni cómo no hemos ardido en esa jodida iglesia, mojigata de las narices! ¡¿No ves lo enamorada que está Érica?! Cuando ese trozo de carne muera yo me encargaré de hacerla mejor, le mostraré el auténtico camino…
—¡Vete a la porra, jodida zorra monstruosa! —le gritó Charly—. ¡No tengo ni puta idea de que va todo esto pero tú eres una perra del infierno! ¡Clara, patéale el culo!
La mencionada se volvió un segundo para mirarlos, con una tenue sonrisa dibujada en el rostro.
—Os daré un poco de ventaja, pero no podré contenerla. Harry, encuentra a Érica. Ella no se acordaba de cuál era la habitación, está buscándoos en la segunda planta… Y llamad a las otras, las vamos a necesitar… ¡Marchaos, venga!
El hombre no podía moverse y permaneció inmóvil, hasta que su hermano lo estiró varias veces para hacerlo reaccionar.
—Gracias —logró decir, antes de emprender la huida de nuevo…
Una vez en las escaleras su cerebro reaccionó y se detuvo en seco. Algo le susurraba que todo había sido una estrategia de Zafiro para atraerlo…
—Vamos a separarnos.
—¡¿ESTÁS LOCO O QUE TE PASA?!
Harry agarró a su hermano de la cara, mirándolo a los ojos. No tenían tiempo… El estruendo de golpes contundentes les llegaba desde el pasillo, la vidriera temblaba…
—Zafiro me ha querido desde el principio, tú eres un cebo. Si franquea esta puerta te dejará en paz, así que corre hacia recepción y abandona el hotel. ¿Tienes el teléfono?
Charly se mordió el labio al borde del llanto y buscó en los bolsillos del pantalón, palpando el móvil…
—Lo tengo tío.
—¿Y el número de alguna de las chicas?
—El de Adara, creo. Pero no voy a dejarte solo… Tú siempre has estado conmigo…
El hombre lo abrazó, acariciándole la cabeza. Necesitaba sacar a su hermano de aquel embrollo, jamás se perdonaría a sí mismo si lo perdía…
—Te quiero mucho, ¿lo sabes verdad?
—Claro que lo sé, no seas idiota… Yo a ti también…
—¡Pues corre y sal de aquí! No pares hasta que hayas cruzado varias calles y llama a Adara cuando estés a salvo… Ella es buena, te lo prometo…
Ambos se apartaron y se dedicaron una última mirada, emocionados. Sabían que podía ser una despedida… Entonces Charly inició el descenso sin añadir nada más y Harry salió corriendo escaleras arriba, abrumado por todo. Cuando hubo llegado al segundo piso escuchó gritos y varios disparos… Después se hizo un silencio estremecedor, hasta que oyó como los cristales reventaban. Luego una voz familiar lo llamó…
—Cuñaditoooo.
No había ni rastro de Érica y el hombre entró en el nuevo pasillo, siguió avanzando lo más rápido que le permitían las piernas. Volvió a oír el estruendo de vidrio hecho añicos pero no miró… Cuando se disponía a girar la esquina unas manos de uñas rojas lo agarraron del cuello y lo lanzaron con fuerza hacia atrás, se sintió flotar durante unos instantes…
El impacto contra el piso fue duro y su cuerpo resbaló por el mármol varios centímetros. Le dolía mucho la cabeza, veía borroso y le pitaban los oídos… Notó aguijonazos en la espalda y en el cuero cabelludo…
—Buena estrategia la de separaros, guapo —añadió Zafiro, pisándole el pecho. Su tacón de aguja se le clavó en la carne, haciendo que soltara un quejido de dolor—. Pero no te preocupes, Charly será mío tarde o temprano, soy una depredadora paciente…
La visión de Harry fue recuperándose lentamente, al mismo tiempo que la presión sobre su esternón se hacía mayor… La bestia lo miraba triunfal, con varios rasguños por todo el cuerpo y una de sus alas mostraba un evidente agujero de bala…
—Clara me ha dado guerra, pero no he tardado en noquearla. Tranquilo, yo no mato a mis hermanas… Aunque… ¿Sabes una cosa?
—Arrrde en el… infierno…
Su cuñada apartó el pie y le propinó una patada en los genitales, que lo hizo retorcerse…
—Se ha armado un buen jaleo allí abajo cuando os habéis marchado. Ha comenzado a salir gente de sus habitaciones, alarmada, y en cuanto me han visto se han escondido como ratas asustadas. Incluso he tenido que matar a un pobre cretino de seguridad y a un policía. ¿Te lo puedes creer? ¡Hasta me han pegado un tiro!
—Es… Espero que te duela, jodida loca —logró decirle él, con un hilo de voz, cubriéndose los testículos con las manos.
—¡Pues duele, tienes razón! Pero te follaré y me curaré, y tú te convertirás en un rechonchito cadáver. ¿No te parece divertido?
Por instinto Harry miró entre las piernas de Zafiro y vio que Érica se aproximaba lentamente hacia ellos. Mostraba su auténtica forma y sus ojos iridiscentes brillaban con una intensidad cegadora, cargados de ira. Supo que necesitaba distraer a su agresora…
—Antes de saltar al sexo… tendremos que ver si… si me has castrado, gilipollas.
—No tendrás esa suerte, cariño. He controlado al máximo, sólo quería hacerte sufrir un poco. Voy a disfrutar mucho contigo, quiero que sepas que siempre me has gustado, incluso a pesar de los michelines.
Harry se puso de costado. Descubrió que se hallaba rodeado de trozos de cristal y supuso que se había clavado algunos… también había sangre…
—Me debes una explicación —dijo, intentando ponerse en pie… le faltaba el aire…—, sé que no me lo has contado todo…
—Tienes razón. Pero lo haré cuando hayamos vuelto a la habitación de Charly, necesitaremos un poco de intimidad… Por cierto, ¿Te has dado cuenta de que tu querida mujer te ha dejado abandonado? Esperaba más de mi pusilánime hermanita, que decepción…
El hombre sonrió y dedicó a su cuñada una radiante sonrisa.
—No lo ha hecho —matizó…
Ella lo miró intrigada antes de recibir una fuerte patada entre las piernas, que la hizo salir despedida hacia arriba rebotando contra el techo. Una nube de yeso los cubrió como una manta, mientras caía al suelo como un ladrillo y Érica la agarraba de los pies…
—¡Eres-una-tremenda-hija-de-puta-y-esto-no-te-lo-voy-a-perdonar-nunca! —soltó ésta, mientras la estampaba contra las paredes una y otra vez, antes de arrojarla por el pasillo…
Zafiro salió despedida e impactó en el suelo de cara, sonó un crujido estremecedor… Varios segundos después intentó ponerse en pie…
—Serás traidora, ¡Me has roto los cuernos! —exclamó sorprendida, volviéndose para mirarlos.
Érica corrió hacia ella y saltó sobre su espalda con las piernas juntas, aplastándola en el suelo…
—Es… imposible… —susurró su hermana, escupiendo varios dientes—. ¡Yo soy la más poderosa!
—Me parece que ahora ya no…
Harry vio como su mujer pisaba la espalda de Zafiro y le estiraba las alas con determinación, hasta arrancárselas de cuajo… Ella chilló retorciéndose de dolor, quedando inconsciente varios segundos más tarde… Entonces él comenzó a marearse y todo se volvió oscuro…
—Hay un hombre para ti, un semental inmune a tu don mortal. No lo reconocerás a la primera y fallarás, cegada de amor. Pero vuestros destinos están unidos a fuego desde los albores del tiempo —escuchó una voz que le resultaba familiar.
El hombre descubrió que ya no se hallaba en el hotel, sino en una habitación de paredes oscuras. Se sentía ingrávido, como si flotara… En la estancia había tres mujeres que reconoció sin esfuerzo…
Érica y Adara miraban a la adivina con expresiones de sorpresa, la misma que él había visitado dos años atrás, pese al cambio físico…
—Cuando él acepte tu luz envuelta de tinieblas —prosiguió hablando la vidente— sanarán heridas del pasado y recientes, despertando así un increíble poder que late en vuestro interior, un poder que te convertirá en la reina sobre tus hermanas y las de tu especie. Ambos ya os habéis buscado en otras encarnaciones y existís para encontraros en ésta, de vuestra unión nacerá solamente la vida y la opción de cambiar el mundo. Porque el bien no existe sin el mal, y la oscuridad palidece si del horizonte no surge el sol. Un equilibrio se restablecerá en el cosmos, así lo dictan las estrellas…
De repente la escena se volvió brumosa hasta desaparecer. Harry reapareció frente el altar aquella misma mañana, siendo testigo invisible del sí quiero y del primer beso de su matrimonio. Sintió otra vez ese hormigueo lleno de calor, llamado ilusión. Y supo que amaba y amaría a su esposa por siempre jamás, que gozaría en su compañía hasta la eternidad…
Regresó la oscuridad y el hombre notó unas gotas que le caían sobre la cara. Alguien lo abrazaba y lo mecía lentamente, sollozando… Abrió los ojos despacio, viendo que era su mujer quien lo acunaba.
—Érica —la llamó, sorprendiéndola.
Al ver que seguía con vida ella lo miró y le sonrió, llena de esperanza. Su marido no se fijó en los cuernos, ni en las alitas negras que le asomaban por la espalda, solo podía contemplar aquellos hermosos ojos iridiscentes…
—Pensé que te había perdido, cariño. Lamento que haya pasado todo esto, estaba tan aterrada…
—Shhhh —la interrumpió Harry, haciéndola callar—. Veo tu luz envuelta de tinieblas…
Al oír eso ella abrió la boca llena de asombro y él la besó. Al entrar sus labios en contacto un potente fulgor emanó de sus cuerpos y las plumas negras de Érica cambiaron de color, para volverse de un blanco nacarado. Varios segundos después algunos trozos de cristal salieron despedidos del cuerpo de Harry, sus heridas humearon y sanaron por arte de magia, y un piso más abajo, dos hombres que habían perdido la vida luchando contra un monstruo despertaron de nuevo y se alzaron, totalmente ilesos.
Las plantas naturales del hotel florecieron con intensidad, al compás de las sirenas de algunas ambulancias y los coches de policía que llegaban al recinto por todas partes. La gente se atrevió a salir de sus habitaciones, respirando tranquilos. Una paz idílica se extendió en el ambiente, cuando el sol asomó por el horizonte.
Los amantes supieron que se habían buscado en la perdida Atlantis, en la olvidada Babilonia, en las lejanas pirámides de Egipto y un millar de lugares a lo largo del tiempo. A partir de aquella noche inolvidable, nada ni nadie podría separarlos jamás…