N.A.T.I.V.I.T.Y SEGUNDA PARTE

N.A.T.I.V.I.T.Y SEGUNDA PARTE

Base lunar N.a.t.i.v.i.t.y, 23 de diciembre, año 3014. 

—Para, por favor —pidió ella con la voz entrecortada, un rato después de haber abandonado el sector 4A.

JAK ladeó ligeramente la cabeza y la Aeroasyjet300 fue perdiendo velocidad de forma progresiva, hasta detenerse en un frondoso bosquecito que aún mostraba restos de antiguo mobiliario urbano. Por encima de las copas de los árboles se divisaban algunos de los desvencijados esqueletos de metal que rodeaban aquel pequeño oasis verde, y él caviló que probablemente, el lugar en el que se hallaban antaño había sido un pequeño parque en medio de la ciudad. Sobre ellos la inalcanzable y lejana cúpula de Nativity 3A parecía un cielo de metal desconchado, pese a las luces artificiales que seguían alternando los ciclos de día y noche, imperturbables, como si nada hubiera sucedido a ras del suelo.

“Creo que es un buen sitio” pensó él, saltando a la arena con asombrosa agilidad y activando todos sus sensores para captar posibles amenazas. Notaba la urgencia en aquella súplica y sabía que la mujer tenía que descansar, al menos durante el tiempo suficiente como para recobrar las fuerzas…

—¿Quieres que te ayude a bajar? —preguntó, convencido de que pisaban un lugar medianamente seguro.

Una arcada como respuesta le bastó para actuar. El sintético había intentado tener cierto cuidado durante la primera parte de la huida, pese a que en algunos tramos se había visto obligado a saltar, trepar y dejarse caer por alturas peligrosas para seres biológicos. Luego, una vez subidos en el vehículo, la pobre no había parado de gritar, increpándolo de que tuviera más cuidado mientras conducía esquivando árboles, animales y edificios a toda velocidad. Entendía que la humana se sintiera indispuesta, así que con sumo cuidado la dejó en el suelo y la ayudó a mantenerse en pie, captando algunos detalles que lo alarmaron un poco. Su piel presentaba un aspecto ceniciento, incluso escuchaba su taquicardia con total nitidez. Accionó el escáner de sus glóbulos oculares, consciente de que al no ser de origen médico no podrían captar si había lesiones. Por fortuna el bebé seguía respirando y su corazón parecía estar mucho mas calmado que el de su madre… “Es un milagro” pensó de nuevo, esbozando una sonrisa.

—¿Llevas agua encima? —le preguntó.

La chica lo miró unos segundos y asintió con un gesto de cabeza, señalándose a la espalda.

JAK descubrió una mochila infantil junto al carcaj, tan vieja y remendada que parecía ser realmente antigua. Observó el descolorido estampado de la tela, compuesto por divertidas abejas y al tocar la cremallera una imagen le nubló la mente durante un segundo, logrando que su mano se quedara paralizada en el aire. Vio a dos chavales bonitos de cabello dorado, uno adolescente y el otro menor de diez años, elegantemente vestidos para asistir a una fiesta de lujo. El mayor se aflojaba la pajarita del esmoquin frunciendo el ceño, mientras el pequeño sonreía sin parar. Una riñonera con unos dibujos similares le colgaba de la cintura, contrastando con la ropa de gala…

El androide volvió en sí y sacó la botella de plástico rígido. Luego la olió con precaución, preguntándose de dónde había sacado el agua y si era apta para consumo. Nativity conservaba gran parte de su infraestructura, aunque en muchas zonas debía estar dañada por el desuso y los numerosos incidentes, no exentos de explosiones, sobre todo en los inicios del brote cybervírico.

—Toma —le dijo mientras le tendía el recipiente—. ¿Estás segura de que es potable?

La chica le dedicó una mueca desdeñosa antes de cogerla y tras quitarle el tapón comenzó a beber. Unos tragos después tosió y vomitó una parte del líquido ingerido. Luego vació el recipiente con avidez.

—Estoy bien… —añadió con esfuerzo, antes de que él abriera la boca.

—Capto un alto índice de ansiedad.

Ambos cruzaron una significativa mirada.

—Somos fuertes, se me pasará —dijo la mujer ya más recuperada, acariciándose la barriga con un cariño reverencial.

Su cara adoptó una expresión de extrema tristeza mientras lo hacía, como si supiera que su bebé iba a nacer condenado a morir pronto. De haber sido humano, el androide hubiera sentido mucha pena, estaba seguro.

—¿Por qué me ayudas? —quiso saber ella entonces, estudiando a aquel robot atípico que parecía casi un hombre real, salvaguardando el detalle de los cuatro brazos y algunos remaches. Nunca había visto a ninguno que mostrara conciencia, pese a que seguía sintiendo cierta desconfianza.

El sintético le dedicó una radiante sonrisa.

—Te lo dije antes, no soy un infectado —contestó, terminando de examinarla—. Bien, parece que tus constantes vitales vuelven a estabilizarse lo suficiente como para continuar. El caos que hemos provocado hace un rato habrá atraído hacia allí de todo, algo que nos viene de perlas, pese a que sospecho que esa ventaja no durará. ¿Te encuentras mejor?

—Creo… Creo que sí… Aunque conduces ese trasto como un loco…

—No es un trasto. Es de lo mejor que encontrarás en este desastroso lugar. ¿Nunca habías visto ninguno?

Ya más recuperada, la mujer se acercó a la motocicleta voladora y tocó la chapa, contemplando su maravillosa forma aerodinámica. Su grupo siempre había logrado hacerse con algún vehículo, pero ninguno era tan impoluto como aquel. Le pareció precioso, pese a no estar dispuesta a admitirlo.

—Mi padre… —comenzó a decir con la voz temblorosa—. Mi padre arreglaba algunos autos eléctricos para movernos más rápido, pero todos los que encontrábamos operativos estaban hechos polvo.

—No te ofendas, pero me alegro de saber que eres inteligente. Encontrar electricidad es relativamente fácil si sabes donde buscar.

Ella frunció el ceño.

—Es mejor que no perdamos más tempo aquí y vayamos a mi refugio. No te preocupes, es un sitio seguro, te lo garantizo.

La chica volvió a escrutarlo entornando los ojos.

—¿Tengo alternativa?

—Ninguna.

La joven frunció el ceño y permitió que el sintético la ayudara a subirse en la parte trasera del asiento. No obstante, cuando éste se disponía a sentarse pareció pensárselo mejor y se quedó allí de pie, mirándola fijamente.

—Pero antes de nada me gustaría saber como te llamas, si tienes nombre.

La humana se quedó perpleja al oír la pregunta. Sonó un pequeño crujido no muy lejos de su posición y comenzó a mirar alrededor como una loca. La idea de irse sola ya no le parecía tan factible.

—¿Ahora? ¿Es que no has oído nada? —respondió, cada vez mas tensa.

—Me parece un buen momento, sí. Y no te preocupes, son ardillas.

En ese instante un animal precioso salió de entre los árboles y trepó por uno de los troncos, antes de esfumarse.

—¡Está bien, está bien! —exclamó ella, dándose por vencida—. Me llamo Belén, pero todos me llaman… —durante unos segundos se quedó en silencio, afectada. Necesitó pensar antes de proseguir hablando—. Me llamaban Bel.

—Encantado de conocerte Bel. Yo me llamo JAK.

—Genial. ¿Nos vamos ya?

Después de ese cruce de identidades reanudaron la marcha, saliendo disparados como un cohete. Al entrar al sector 3 se cruzaron con varios infectados a los que el androide les voló la cabeza con una de las Uzi, sin detenerse y gracias a la mano extra, que no dejaba de apuntar a todo cuanto se moviera a su alrededor.

Cuando llegaron a un punto determinado, la Aeroasyjet300 comenzó a detenerse otra vez, hasta quedar totalmente quieta.

—¿Ves ese edificio de allí? —preguntó él entonces, señalando algo con el dedo, reprimiendo una sonrisa. Una de sus armas había desaparecido misteriosamente durante el descanso y sabía perfectamente donde se hallaba. Es más, notaba como se le clavaba en la espalda.

La mujer fijó la vista en el lugar indicado, descubriendo un bonito edificio de cuatro plantas que brillaba como una joya perdida, rodeada de abandono, desolación y deterioro.

—¿Ese es tu refugio? —soltó ella, impresionada.

—Tardé cincuenta años en sellar las entradas y dejarlo a mi gusto. Antiguamente eran unos grandes almacenes de lujo, cuando el sector financiero se encontraba aquí, durante los cincuenta de Nativity. Imita el estilo renacentista, pues su arquitecto era italiano, un país de la tierra… Y puedes dejar de apuntarme con mi Uzi robada, gracias. Si hubiera querido matarte ya lo habría hecho hace rato.

Bel soltó una risita.

—Todavía no me fío de ti JAK, aunque admito que apuntas buenas maneras.

—Ya, claro.

Continuaron avanzando tan veloces como una bala, hasta llegar al imponente edificio. Visto de cerca, a la joven le pareció un palacio digno de los cuentos que su madre le contaba por las noches…

A partir del segundo piso todas las fachadas estaban pintadas de un tono celeste y brillante, con marquesinas en las ventanas de color blanco. Hasta tenía terrazas repletas de cuidadas plantas, que le otorgaban un aire de ensueño.

—¿Bonito eh? —dijo el sintético—. Coge mi pistola y agárrate bien a mi cintura.

La joven aceptó el arma sin entender lo que acababan de decirle y comprobó como los brazos que le salían de la espalda se contorsionaron en un ángulo extraño a su alrededor, empujándola contra su cuerpo, como si pretendieran ajustarla a modo de cinturón. Entonces el androide giró la Aeroasyjet300 y retrocedieron unos metros, volviendo a alejarse.

Ella aguardó silencio, expectante, y cuando se disponía a preguntar el vehículo volvió a detenerse.

—Es extraño pero… —se animó a hablar—. No he visto puertas…

El androide soltó una risita.

—Eso es porque no las hay —contestó, mientras volvía a encaramarlos en dirección al edificio—. Vamos a llegar volando, más o menos. Te recomiendo que cierres la boca, porque puede desencajarse…

Al escuchar eso Bel abrió mucho los ojos. Entonces sonó un pequeño siseo y supo que él había activado algo. De repente una luz azulada y eléctrica relució en la parte baja de la motocicleta, tiñendo las piernas de ambos con su bonito resplandor, y captó que algunas partículas y piedrecitas flotaban ligeramente del suelo… No tuvo más tiempo para pensar…

La Aeroasyjet300 salió despedida hacia delante a una velocidad tan vertiginosa que parecía imposible en un cacharro como aquel. Ella pensó que se iban a estampar contra la pared cuando en el último segundo se alzó el morro y comenzaron a correr en vertical, por la pared, hasta llegar a una de las terrazas del segundo piso.

Cuando se detuvieron de nuevo y JAK apagó el motor, ella parpadeó varias veces y comenzó a gritar apuntando al conductor en la cabeza con las Uzis…

—¡SERÁS HIJO DE PERRA! ¡CASI NOS MATAS DEL SUSTO, JODIDO CABRÓN!

De golpe la chica sintió un intenso mareo y perdió la visión, todo se volvió oscuro…

—¡BEL! ¡BEL! —oyó que la llamaba, antes de perder la consciencia…

Las imágenes se volvieron brumosas. La mujer percibía que la mojaban con agua caliente, antes de volver a desvanecerse durante unos instantes… Abrió los ojos… Ahora notaba un intenso dolor… Su bebé…

—¡Tranquila, tranquila, te estoy lavando —le decía JAK desde las sombras—. Todo va a ir bien…

Se hizo el silencio y la oscuridad. Entonces ella notó algo distinto, como la llevaban en brazos, cubierta por una tela de tacto delicado.

—¿Dddonde estoy? —logró preguntar con un hilo de voz.

—Voy a introducirte en una estación médica, no te preocupes, todo va bien.

—¿Unnna queeee?

Se desmayó de nuevo. Al recuperar la consciencia descubrió que se hallaba metida en una cápsula de cristal. Unas luces recorrían su cuerpo desde los pies a la cabeza, se sentía débil e ingrávida… Cerró los ojos…

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

N.A.T.I.V.I.T.Y PRIMERA PARTE

N.A.T.I.V.I.T.Y PRIMERA PARTE

Seres de luz Blog se complace en presentar la primera parte de N.A.T.I.V.I.T.Y, un relato escrito para estas fiestas. La idea surgió a través del RINCÓN DE CABAL y uno de sus ejercicios creativos, que consistía en mezclar cinco ingredientes para formar un escrito: El primero y como eje central, la Navidad, como ubicación la Luna, y además añadiendo un portal de Belén, un reno y una última cena. En mi caso he decidido dividir mi relato en partes, pues pensé que la idea tenía potencial para ser desarrollada con un poco de holgura. No suelo escribir ciencia ficción pero ahí va, espero que os guste ; )

Base lunar N.a.t.i.v.i.t.y, 23 de diciembre, año 3014. Sector 4A

“No me lo habéis puesto fácil” pensó JAK, estudiando durante un instante los cuerpos inertes en el suelo, para centrarse en uno que parecía mirarlo con ojos apagados. De un agujero en el entrecejo, aún humeante, le manaba un líquido rosa fluorescente de aspecto viscoso y aromático, que le trajo recuerdos del pasado. Aquel siempre había sido uno de los rasgos distintivos de los androides del modelo ACELL1120, junto a un precioso envoltorio que ocultaba a unos malditos psicópatas capaces de lo peor. La pobre diablesa conservaba muchas partes de la carcasa original, algunas melladas y desconchadas, que otrora le habían concedido el aspecto de una hermosa jovencita humana, diseñada para dar placer a hombres o mujeres de alto poder adquisitivo.

“Las cosas han cambiado muchísimo en apenas un siglo” reflexionó él, permitiéndose el lujo de hacer un barrido en el tiempo durante un nanosegundo. La esplendorosa Nativity, construida para ser una perfecta utopía, no acabó siendo la panacea que se esperaba pues incluso en los buenos tiempos, seguía habiendo estratos separados por distritos que definían a las diversas clases sociales. Pese a ello, se vivía mucho mejor allí que en un planeta sobresaturado, sumergido en una crisis mundial absurda. O al menos así fue durante doscientos años, hasta que apareció el maldito virus que lo jodió todo al extenderse como una plaga, afectando a todas las inteligencias artificiales. Fundir las tres leyes de la robótica para suplantarlas por la orden de aniquilar a los seres humanos provocó un caos indescriptible, que acabó por exterminar a las millones de personas que vivían en ella y en apenas unos pocos meses, arrebatando a la base el privilegio de ser un arca de vida para transmutarla en una cuna de muerte.

Había algunos datos recogidos por estaciones científicas que indicaban la existencia de un escaso grupo de supervivientes nómadas, pero JAK lo creía improbable. A su mundo lo componían ruinas, como las de aquel restaurante para antiguos ricachones en una de las áreas mas privilegiadas, reservada para la élite de una extinta sociedad. Todavía quedaban vestigios de la ultima cena de navidad que se estaba celebrando cuando un ejército de infectados empezó la masacre.

La imagen de una mujer siendo estrangulada por los intestinos de su marido, a manos de un ACEL1120 disfrazado de Papá Noel lo sacudió con rudeza…

“Locos tiempos hijos de perra” se dijo el sintético, barriendo el recuerdo. Pisó algo duro que se quebró bajo sus botas, provocando un desagradable crujido que rompió el silencio como un cristal. Instintivamente miró al suelo, dándose cuenta de que se trataba de un cráneo humano. Aún había esqueletos diseminados por doquier, que seguían conservando joyas y rastros de engalanados ropajes. Sorteó los cuerpos y preparó sus Uzi híbridas, con los dedos bien calados alrededor de los gatillos.

Un gigantesco abeto presidía el centro de la sala, aún decorado con polvorientas bolas de cristal. El árbol transgénico había sobrevivido todo aquel tiempo creciendo cada vez más, hasta reventar el techo del edificio y llegar al segundo piso. JAK lo rodeó con cuidado, preparado para cualquier sorpresa desagradable. El virus había acabado con la inteligencia racional de casi todos los robots de las series 1000 a las 3000, volviéndolos peores que los animales salvajes escapados de los zoos, que poblaban algunas zonas de Nativity. Parecían zombis mecánicos sacados de una película de terror antigua, de las que había visto en la cineteca que guardaba como un tesoro en su refugio. Atacaban a cualquier cosa que se moviera con un afán destructor insuperable, más aún con los no infectados que tuvieran una apariencia humanoide, como por ejemplo él.

De golpe percibió una ligera alteración del aire y se lanzó a un lado esquivando un disparo. Se sucedieron confusos intercambios de letales haces de luz, hasta que rápidamente echó a correr unos metros y saltó sobre una barra de bar, de aspecto sólido, parapetándose tras ella. “Ha de ser un Vaultboy, un Snipper o un Buscador” caviló. Esos eran algunos de los pocos que aún sabían usar armas, constituyendo una amenaza en potencia al tratarse de androides militares.

Ese tipo de unidades no solía explorar nuevos territorios, quedándose como norma general en los alrededores del sector 9. Pero allí estaban, obligándolo a resguardarse tras un viejo muro… Entonces captó un parpadeo en los indicadores de sus uzi y los contempló incrédulo. “Mierda” pensó, activando el modo manual al ver que en los iconos de las baterías no quedaba ninguna rayita, arrepentido de haber dejado su arsenal en el refugio.

Se hizo el silencio.

—¡Venga! —gritó, intentando determinar la dirección de la respuesta con sus oídos sónicos, al mismo tiempo que activaba el escáner. Cerró la mano con fuerza en torno a una de las granadas que siempre llevaba colgadas del cinturón, dispuesto a tirarla…

Pum pum pum pum pum pum pum

 “Parecen latidos” pensó perplejo. Era imposible.

—¡Alto el fuego! —le llegó una voz femenina—. También soy humana, no dispares…

“Que co…”. JAK asomó la cabeza y amplió el espectro. Una chica de verdad había salido de su escondite y lo miraba en la distancia, con una pistola láser en la mano derecha. Su otra extremidad reposaba con cuidado sobre su abultado vientre, como si lo protegiera, mostrando un claro indicio de su avanzada gestación…

Pum pum pum pum pum pum pum pum

 “Es un milagro” pensó él asombrado, al captar con nitidez los dos corazones en aquel cuerpo de apenas treinta años de edad.

—¡Hola! —lo saludó ella, esbozando una sonrisa mientras se acercaba poco a poco—. Es maravilloso encontrar a alguien de carne y hueso, comenzaba a estar desesperada…

El sintético sacó el torso fuera y se quedó inmóvil, esperando a que sucediera lo inevitable. Pese a poseer facciones realistas, de cerca se veía claramente que su cuerpo era artificial debido a algunos parches que se había visto obligado a ponerse tras algunos accidentes.

La joven dio unos pasos más, casi relajada, hasta que su expresión cambió antes gritar. Luego lo encañonó con su pistola.

—¡Eres un robot!

—Sí y no.

—¡¿PUEDES HABLAR?!

—Claro que puedo hablar.

Ella presentaba un aspecto muy sucio, rozando lo salvaje. Iba vestida con una mezcla de pieles y ropa remendada, de aspecto militar. Hasta llevaba un arco y un carcaj colgado de la espalda.

—No soy pe–li–gro–so —se explicó JAK muy lentamente. No estaba seguro de su nivel de inteligencia, ni de cuanto conocimiento tenía sobre lo que sucedía en realidad.

—¡BASTARDO HIJO DE PUTA! —le chilló la humana, histérica— ¿¡ENCIMA TE PIENSAS QUE SOY TONTA!? ¡NO JUEGUES CONMIGO!

—¡De acuerdo, de acuerdo! Escúchame, no estoy infectado y quiero que te calles porque si no lo haces, vas a atraer a más de esos cabrones que ves por aquí tirados en el suelo. Los he cazado yo y precisamente, ahora no es que vaya muy bien armado.

La mujer lo miró intrigada, antes de fruncir el ceño.

—¡VETE AL INFIERNO!

JAK logró esquivar otro haz de luz verde, agachándose a la velocidad del rayo para volver a refugiarse. Siguieron sucediéndose los disparos hasta que la barra quedó hecha añicos, levantando una intensa nube de polvo que los cubrió a los dos.

La chica tosió, retrocediendo mientras se tapaba la nariz y la boca con la mano libre, entornando los ojos. Entonces reparó en que su arma se había quedado sin batería.

—¡Maldita sea! —exclamó.

Él aprovechó la ventaja para esconderse cerca del frondoso abeto, viendo por el rabillo del ojo como la mujer sacaba el arco y lo cargaba con una flecha. Al instante notó algo extraño en la punta, distinguiendo un pequeño cargador… “¡Son explosivas!” pensó, llegando a la conclusión de que sí era inteligente, al fin y al cabo.

De golpe algunos de los sensores que había dejado con anterioridad alrededor del restaurante se activaron, mandándole imágenes directamente a los glóbulos oculares. Un centenar de ACELL con muy malas intenciones venían a por todas… “Esto se está poniendo muy jodido…”

—Escucha —dijo JAK, intentando parecer convincente—. Han entrado intrusos en nuestro perímetro, necesito que te agaches y te quedes quieta. No voy a hacerte daño, lo juro…

—¡CLARO QUE SÍ!

La mujer iba a añadir algo cuando escuchó un crujido y por instinto, apuntó en esa dirección con el arco.

—¡MIERDA! —soltó, al ver que un androide de ojos rojos se le acercaba a toda velocidad, armado con un hacha de aspecto oxidado. La flecha lo alcanzó en la frente, volándole la cabeza con una pequeña explosión.

El sintético saltó de su escondite y se aproximó a la humana, disparando a los infectados intentando mantener un perímetro de seguridad a su alrededor. No se podía permitir el lujo de que lograran acercarse demasiado a ella, ya que podría salir herida a causa de la metralla que desprendían los robots al ser alcanzados.

—¡TE HE DICHO QUE TE TIRES AL SUELO!

La chica le dedicó una mirada inquisitiva y se agachó, permitiendo que él pasara los brazos sobre su cabeza, rociando de balas en todas direcciones. Luego volvió a apuntar el arco y continuó lanzando flechas a diestro y siniestro, a toda velocidad…

Los androides caídos fueron amontonándose a su alrededor hasta fabricar un pequeño muro. Aquello no deparaba nada bueno.

—¡ME HE QUEDADO SIN FLECHAS!

Al escucharla, JAK tuvo una idea y le lanzó las pistolas.

—¡NECESITO QUE DISPARES A TODO CUANTO SE MUEVA! —le gritó bien alto, empezando a desvestirse.

La mujer contempló las Uzis un poco anonadada.

—¡OBEDÉCEME!

Cuando dejó su torso al descubierto comenzó a buscar las piezas que necesitaba entre los robots caídos y tras escudriñar un momento, arrancó un par de brazos que parecían en buen estado. Tras comprobar sus articulaciones miró los anclajes con ojo experto y se los fue insertando en unas ranuras retráctiles que tenía en la espalda, a la altura de los omoplatos y el pecho. Cuando hubo comprobado que podía moverlos abrió su mochila e introdujo unos cuantos restos seleccionados a toda velocidad mientras la chica disparaba sin parar, demostrando una puntería excelente. Cuando la hubo llenado metió la chaqueta dentro, la cerró y se la colgó del hombro, antes de arrebatarle a la mujer las pistolas. Había tardado diez segundos en prepararse.

—¡JOODER! —exclamó ella al ver el cambio físico.

—¡VOY A COGERTE Y QUIERO QUE TE AGARRES BIEN!

—¡¿QUÉ?!

JAK lanzó las pistolas al aire y las agarró al vuelo con sus nuevas manos, antes de empezar a disparar. A continuación ayudó a la chica a subirse a su espalda, la aseguró con uno de sus brazos libres, colocándolo en un ángulo que para una persona hubiera sido imposible y saltó hacia el abeto, reventando todo cuanto tuviera delante.

La mujer gritó de la impresión y se agarró con fuerza alrededor de su cuello. Cuando habían empezado a ascender el árbol, un torrente descontrolado de robots infectados irrumpió en la sala por todas partes. Entonces él cogió impulso para ganar velocidad y tiró dos granadas, que cayeron de forma vertical hasta desaparecer bajo la masa de androides.

Al llegar al segundo piso y avanzar en línea recta hacia delante contó cinco segundos, aceleró y saltó al exterior a través de los ventanales rotos… Se escuchó una intensa detonación y a sus espaldas, el edificio estalló en pedazos…

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

¡FELICES FIESTAS!

¡FELICES FIESTAS!

El tiempo pasa volando sin que nos demos cuenta, en una sucesión de días que en muchas ocasiones pueden hacerse tremendamente breves. Casi no me he enterado de que llegaban las navidades hasta que las he tenido prácticamente encima, y si soy sincero con vosotros, este año no me apetecen demasiado.

Me gusta mucho reunirme con la familia y pasar buenos momentos, pero quizá eso sea lo único que se salve de una festividad que a lo largo del tiempo, ha ido perdiendo su encanto para mi. Ojo, no soy ningún Scruch ni nada por el estilo y tampoco es que la aborrezca, tan sólo podría decirse que en esta ocasión no me ha pillado con muchas ganas. Para colmo hace un mes tuve un susto familiar, que pese a resolverse muy satisfactoriamente –por fortuna–, ha acabado provocándome uno de los peores bloqueos de la temporada.

Y desde hace más de tres semanas casi no he logrado terminar ningún escrito, pese a que lo he intentado sin descanso. Solo ha habido dos publicaciones en el blog, algo que considero inaudito, aunque tengo muchas cosas empezadas, esperando a que las musas regresen de sus vacaciones adelantadas.

Así que he decidido que como las fiestas han llegado, compartiré un par de entradas que he logrado preparar y me tomaré un descanso hasta mediados de Enero. Tal vez desconectar unos pocos días es lo que necesita mi embotada cabezota para permitir que mi creatividad fluya de nuevo. Desde luego, buenos momentos y en excelente compañía no me van a faltar estos días.

Pero vayamos a lo que realmente interesa…

 

Seres de luz Blog os desea a todos unas felices fiestas y un próspero año nuevo. ¡Yo os prometo que intentaré disfrutar estas fiestas todo cuanto se pueda! ¡Un abrazo bien fuerte! ; )

 

 

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

PRELUDIO SEGUNDA TEMPORADA. UNA REFLEXIÓN INTRANQUILA

PRELUDIO SEGUNDA TEMPORADA. UNA REFLEXIÓN INTRANQUILA

Novelesco se complace en presentar un breve preludio de la Segunda temporada de Ciudades de Tiniebla. Espero que os guste y vayáis preparando la vista, porque ya está cerca… ; )

Fudo Itawa miraba por la ventana aparentemente embelesado con las vistas de su lujoso despacho, que daban a un esplendoroso jardín privado. Aquel remanso de paz constituía una proeza arquitectónica, diseñado al mínimo detalle sobre la azotea de la torre Fukubashi, el rascacielos más puntero de toda Kioto.

Shitamura estudiaba al viejo en silencio, sentado al otro lado del imponente escritorio de caoba, intentando camuflar una expresión agriada que apenas podía contener. Siempre que acudía a visitarlo acababa de mal humor, su actitud risueña y soñadora se le antojaba totalmente impropia del fundador de una gran compañía tecnológica. “Maldito vejestorio” pensó, esperando a que volviera a prestarle algo de atención.

—¿Cual es el informe de nuestro infiltrado? —quiso saber Itawa, mirándolo de nuevo después de un rato.

—Por lo visto la señorita Stone va a rechazar la propuesta. En breve recibiremos noticias oficiales.

Al oír eso el anciano respiró hondo, antes de contemplar al otro lado del frío cristal, ignorando a su vicepresidente mientras reflexionaba. En el exterior llovía a raudales y las gotas creaban ondas en el estanque cercano. “Justo lo que creía” se dijo. La noticia no lo había sorprendido en absoluto, ya contaba con ella. Además, comprendía que la mujer no deseara vender su imperio así como así. No obstante, Creytoc suponía una seria amenaza, mucho más en Barcelona, por lo que tenía que seguir dándole vueltas a la estrategia de cómo superar el peligroso escollo.

—He de reconocer que hiciste muy bien en insistir, el espía es de auténtica utilidad —añadió sin apartar los ojos del jardín, halagando a su protegido.

—Muchas gracias sensei. Es de sabios reconocer los errores.

Se hizo el silencio momentáneo. Fudo reprimió la risa al escuchar la contestación y lo miró de reojo. A pesar de haber gozado de una buena educación y muchos recursos, Satoru había demostrado dotes para ascender a una edad bastante temprana, hasta llegar a su posición actual gracias a sus méritos. Y cada vez que lo miraba, sentía una pizca de orgullo, pese a discernir que la relación entre ambos empeoraba año tras año, un hecho que lo impelía a vigilarlo de cerca.

Desde niño había percibiendo una oscura tenacidad en Shitamura, que se había ido acrecentando a lo largo del tiempo hasta volverlo imprevisible. Y de no haber formulado la promesa, tal vez… Las imágenes del aciago día acudieron a su mente, dibujando una escena dolorosa. En ésta se veía a sí mismo treinta años más joven, ante el lecho de muerte de un amigo muy querido… “Llovía tanto como hoy” reflexionó, apartando el recuerdo y esbozando una triste sonrisa. “Sólo espero que su hijo no acabe conmigo por cumplir mi palabra…”

Una tos forzada logró sacar al anciano de sus ensoñaciones.

—Si hemos terminado permítame que me marche, sensei. He de atender asuntos urgentes.

—Antes de que lo hagas, me gustaría saber si has averiguado algo sobre el libro que busco.

El vicepresidente entornó los ojos. Nunca había comprendido la compulsiva pasión que el viejo sentía hacia su selecta colección, mucho menos el extraño interés que le suscitaba aquel maldito volumen que buscaba con tanto ahínco. “Cretino”. Que lo usaran de vulgar recadero no le gustaba, su trabajo no consistía en satisfacer los caprichos de nadie.

—Sigue desaparecido, sensei ­—contestó, cuidando que sus palabras no reflejaran el enojo que lo embargaba—. Me gustaría añadir a mi favor que mi cargo suscita obligaciones de mayor importancia. Y buscarle un estúpido libro de ocultismo no forma parte de ellas.

“No, claro que no” se dijo el señor Itawa, sonriendo de nuevo. “En cambio, conspirar contra mi parece que sí”. Por fortuna a su protegido aún le faltaban agallas para dar el salto y él tenía la situación totalmente controlada. El espía de Creytok no era el único que había contratado en el último año.

—Está bien, mi querido Satoru. Si tanto te molesta, deberías habérmelo dicho desde el principio. A partir de ahora me encargaré yo personalmente de ese asunto, retírate.

El hombre apretó los labios y se levantó en silencio. Después de una inclinación de cabeza abandonó el despacho a paso veloz, dejando a Itawa en soledad.

Éste observó como la puerta se cerraba, pensativo. En ocasiones sentía que había fallado educando al chico, un pensamiento que en ese momento acudió de nuevo a golpearlo… “No seas ingenuo” se regañó al instante. “Siempre ha sido así, no puedes cambiar la naturaleza de las personas…”

La atención del anciano regresó a la ventana y continuó en absoluto silencio un rato más, embelesado por la furia de la tempestad, hasta que una vibración en el bolsillo interno de la americana lo hizo reaccionar. Tras sacar su teléfono personal y mirar la pantalla, lo descolgó al instante.

—Hola Takeshi. ¿Hay alguna novedad?

—Tengo noticias desde Barcelona…

Aquel tono de voz tan conocido no escondía secretos para Itawa. En esa ocasión percibió algo sutil, nuevo, un ligero temblor que lo alertó. Takeshi llevaba de incógnito varios años en la ciudad catalana, cumpliendo una misión trascendental para la orden.

—Creo que lo he encontrado, sensei.

“Oh Dios mío” pensó Fudo, mesándose la canosa barba.

—¿Estás seguro?

—Totalmente. Mañana debería recibir un paquete especial. Yo seguiré por aquí controlando la situación, tal y como me ordenó…

En la mesa había una multitud de fotografías, sacadas de un sobre acolchado. Itawa se masajeó las sienes, harto de mirarlas.

Por mucho que hubiera intentado encontrar algo distinto en todas y cada una de las imágenes, había sido incapaz de hacerlo. Absolutamente nada le parecía extraño, ni tan siquiera oscuro. Y después de varias horas de pesquisa, incluso con una lupa de aumento, el cansancio acumulado, junto a las tensiones de la empresa, habían caído sobre él como una pesada losa invisible.

“Maldita sea” pensó. Si Takeshi se hallaba en lo cierto, tenía que reunir al consejo de la orden para llegar a un consenso aceptable…

Asqueado de permanecer sentado, el anciano se levantó y se dirigió hacia una enorme escultura femenina, colocada en un lateral de la sala y resguardada por una vitrina de grueso cristal. Todos los visitantes de su despacho le dedicaban alguna mirada furtiva, embelesados por la belleza y la fuerza que la figura reflejaba. Hasta Satoru, en una ocasión, se atrevió a preguntarle de su antigüedad.

Fudo solía decir que se trataba de una pieza de colección, procedente de la Europa del siglo quince. Una mentira que cualquier entendido en arte clásico hubiera descubierto de mirarla con ojo experto, incluso a pesar de que su estilo no coincidía con los cánones estipulados por la historia, y constituyendo la prueba irrefutable de que el pasado no tenía por qué concordar exactamente con lo que imaginaba el hombre actual.

—Oh, bella Cassandra —la llamó cuando se detuvo justo delante, leyendo una desgastada inscripción que había en la base, apenas perceptible.

La escultura le sobresalía una cabeza, midiendo casi el metro noventa de altura.

—Tú vaticinaste su caída, viste la perdición de Ilión cuando se convirtió en una Ciudad de Tiniebla, la primera documentada —reflexionó en voz alta, con una triste sonrisa dibujada en su arrugado semblante—. Ahora una nueva metrópolis te ha robado el título, después de muchas otras. Pero para nuestra desgracia, mi amada Délfica, es muy posible que sea la última de todas…

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Preludio Segunda temporada. Una reflexión Intranquila por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

LEYENDAS 6

LEYENDAS 6

RELATO 11

Helena observó como Paris dormía plácidamente y se levantó de forma silenciosa. Había intentado sucumbir ante el influjo del benévolo Morpheo, pero aquella noche parecía que su mente no deseaba ceder.

La mujer salió al balcón y agradeció la brisa que mecía su dorado cabello. Tras apoyarse sobre la balaustrada de mármol miró a lo lejos, pensativa, hacia el extraño presente con el que Poseidón había obsequiado a la obstinada Troya. Incluso desde allí podía contemplar al enorme caballo de madera, iluminado por el candor de las numerosas antorchas de la plaza. Pensó que la ciudad debía de haber caído en un profundo sueño tras los festejos, al igual que su amado príncipe. Entonces algo le llamó la atención.

“Es extraño” reflexionó la reina de Esparta. «¿El caballo no reluce demasiado?» 

—¡Dioses! —gritó, al darse cuenta del incendio.

Helena escuchó los gritos de guerra y el sonido de los pesados goznes de las puertas principales de la ciudad, que chirriaban al abrirse. Sintió un profundo terror.

—¡Paris! —llamó a su amado, entrando apresurada en los aposentos.

Él despertó sobresaltado. El clamor de la batalla y los gritos del pueblo inundaban ahora cada rincón de palacio, colándose por las balconadas como ladrones furtivos.

—¡Ha sido ese maldito caballo! ¡Nos ataca mi marido, nos atacan los griegos!

RELATO 12

Las ventanas medio tapiadas de la mansión parecían un centenar de ojos polvorientos y entornados.

—¿Quieres entrar ahí? —preguntó Jonás, cogiendo su maletín antes de cerrar el coche.

—Si —le contestó Rosa, apartándose un mechón rizado de la cara—. Si la vendemos nos ascenderán seguro. Nadie lo ha logrado en diez años…

El hombre se miró los pantalones del traje y sus caros zapatos negros, impolutos. No iba vestido para una ocasión como aquella, pero su compañera tenía razón.

—Está bien, una valoración rápida y nos vamos.

—Tardaremos poco —añadió ella mientras caminaba hacia la entrada principal.

Las ventanas medio tapiadas de la mansión parecían un centenar de ojos polvorientos y entornados.

Lucas miró a Rocío.

—No vamos a entrar —le dijo.

—No seas cobarde, esa mansión lleva diez años sin venderse.

El hombre apretó los labios.

—Se rumorea que aquí han desaparecido trabajadores de nuestra inmobiliaria. Y dicen que encontraron un maletín muy cerca, manchado de sangre.

—¡Tonterías! —soltó Rocío, apartándose un mechón rizado de la cara.

Tras varias promesas de ascenso, Lucas cambió de idea. Ella lo condujo hasta la puerta, bromeando por el camino. “Ha llegado la hora de cenar, mis pequeñuelos” pensó feliz…

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