LEYENDAS 7

LEYENDAS 7

RELATO 13

 Eleanor llamó al timbre y esperó, mirando la imponente fachada de la casa.

“¿Habré acertado?” se preguntó, apretando la asa del maletín que portaba consigo. Aquella noche visitaba al señor Remington, un nuevo cliente muy adinerado que le había rogado que fuera ella quien escogiera los juguetitos en su lugar; un acontecimiento insólito que la llenaba de morbo por ser poco usual.

Unos segundos después se abrió la puerta y apareció un cincuentón muy bien vestido bajo el umbral.

—La señorita Terciopelo, supongo —quiso saber él.

La vampiresa asintió, esbozando una sonrisa traviesa que mostraba sus colmillos afilados.

—¿Me permite pasar, por favor? —le pidió al hombre sin borrar el gesto de la cara, sintiéndose visualmente satisfecha.

El caballero pareció dudar, antes de invitarla. Una vez dentro ella le acarició la cara y ciñó los dedos con fuerza en torno a su cuello.

—¿Ha sido malo?

—He sido muy jodidamente malo —contestó Remington lujurioso, cerrando la puerta.

Desde la antigüedad se decía que el mordisco de un Ser de la noche provocaba más placer que cien orgasmos. Y la especialidad de Eleanor consistía en hallar un equilibrio perfecto entre el más absoluto placer y el dolor controlado…

RELATO 14

Dicen que en la niebla del valle se oculta desde entonces.

El fuego crepitaba en la chimenea proyectando marcadas y danzarinas sombras sobre el arrugado rostro del anciano. En el exterior la niebla parecía tan densa que daba la sensación de poder cortarse con un cuchillo.

—Sandeces —dijo el corpulento aventurero, al terminar la historia—. He pasado millones de veces por aquí y nunca me he topado con semejante disparate. Una taberna maldita llena de diablos que devoran a los viajeros, que tontería. No son mas que cuentos de viejas.

En ese momento la esbelta hija del posadero se le acercó para servirle otra jarra de cerveza. El hombre aceptó la bebida de buen grado y le sonrió de forma seductora, mostrándole su perfecta dentadura.

—¿Tú también te crees esa historia, preciosa? —le dijo, sentándola sobre su rodilla.

—Claro, guapo —le dijo la muchacha—. Ahora mismo te encuentras en ella.

Al oír eso, el hombre observó a sus contertulianos percatándose de algo que en un principio le había pasado desapercibido. Nadie había consumido desde su llegada. Y ahora, todos lo observaban de forma extraña y le dedicaban horripilantes sonrisas, mostrándole dentaduras tan afiladas como cuchillos.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

LEYENDAS 6

LEYENDAS 6

RELATO 11

Helena observó como Paris dormía plácidamente y se levantó de forma silenciosa. Había intentado sucumbir ante el influjo del benévolo Morpheo, pero aquella noche parecía que su mente no deseaba ceder.

La mujer salió al balcón y agradeció la brisa que mecía su dorado cabello. Tras apoyarse sobre la balaustrada de mármol miró a lo lejos, pensativa, hacia el extraño presente con el que Poseidón había obsequiado a la obstinada Troya. Incluso desde allí podía contemplar al enorme caballo de madera, iluminado por el candor de las numerosas antorchas de la plaza. Pensó que la ciudad debía de haber caído en un profundo sueño tras los festejos, al igual que su amado príncipe. Entonces algo le llamó la atención.

“Es extraño” reflexionó la reina de Esparta. «¿El caballo no reluce demasiado?» 

—¡Dioses! —gritó, al darse cuenta del incendio.

Helena escuchó los gritos de guerra y el sonido de los pesados goznes de las puertas principales de la ciudad, que chirriaban al abrirse. Sintió un profundo terror.

—¡Paris! —llamó a su amado, entrando apresurada en los aposentos.

Él despertó sobresaltado. El clamor de la batalla y los gritos del pueblo inundaban ahora cada rincón de palacio, colándose por las balconadas como ladrones furtivos.

—¡Ha sido ese maldito caballo! ¡Nos ataca mi marido, nos atacan los griegos!

RELATO 12

Las ventanas medio tapiadas de la mansión parecían un centenar de ojos polvorientos y entornados.

—¿Quieres entrar ahí? —preguntó Jonás, cogiendo su maletín antes de cerrar el coche.

—Si —le contestó Rosa, apartándose un mechón rizado de la cara—. Si la vendemos nos ascenderán seguro. Nadie lo ha logrado en diez años…

El hombre se miró los pantalones del traje y sus caros zapatos negros, impolutos. No iba vestido para una ocasión como aquella, pero su compañera tenía razón.

—Está bien, una valoración rápida y nos vamos.

—Tardaremos poco —añadió ella mientras caminaba hacia la entrada principal.

Las ventanas medio tapiadas de la mansión parecían un centenar de ojos polvorientos y entornados.

Lucas miró a Rocío.

—No vamos a entrar —le dijo.

—No seas cobarde, esa mansión lleva diez años sin venderse.

El hombre apretó los labios.

—Se rumorea que aquí han desaparecido trabajadores de nuestra inmobiliaria. Y dicen que encontraron un maletín muy cerca, manchado de sangre.

—¡Tonterías! —soltó Rocío, apartándose un mechón rizado de la cara.

Tras varias promesas de ascenso, Lucas cambió de idea. Ella lo condujo hasta la puerta, bromeando por el camino. “Ha llegado la hora de cenar, mis pequeñuelos” pensó feliz…

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LEYENDAS 5

LEYENDAS 5

RELATO 9

Al oír el rugido del automóvil, Filomena Hawlery miró por la ventana. Su marido acababa de llegar a casa, cargado con un montón de paquetes que sobresalían de la parte trasera de la máquina infernal.

“Míralo, con su maldito trasto” pensó, estrujando la carta.

El servicio se afanaba en descargar el abundante equipaje, mientras él discutía con el cochero. Había pasado un mes en la capital para atender sus negocios. Se lo veía muy bien.

“Como he podido ser tan ingenua” se reprochó la mujer. Siempre había creído que su esposo la amaba de verdad. Pero la misiva que sus dedos apretaban con furia, escrita por un pajarito de Washington que la advertía de sus numerosas infidelidades, la había retornado al mundo real. “No sé ni cómo puedo pasar las puertas con estos cuernos. ¿Treinta bastardos a mis expensas? Cabrón, me lo vas a pagar con sangre”.

Ahora sabía que el factor fortuna fue determinante en su matrimonio, algo que juzgó cruel.

“Al menos ha vuelto para el aniversario” reflexionó Mrs. Hawlery, sonriente. Le había comprado una bonita caja de puros como regalo. Y dentro guardaba un afilado cuchillo, que pensaba utilizar aquella misma noche…

RELATO 10

Arthur Delhois se regodeaba con el periódico en la mano, mientras miraba por la ventana degustando un exquisito vino francés. Le sabía delicioso, a victoria.

Su enemistad con Jhon Hawlery había franqueado la barrera del odio hacía ya mucho tiempo. Aunque siendo sincero, jamás había soportado a aquel empresario atractivo y cortés, con más suerte que espalda y que siempre le robaba la clientela.

“Esnob estirado, espero que disfrutaras de tu aniversario de bodas” se dijo Delhois, contemplando gustoso la noticia que ocupaba la cubierta.

—Conocido empresario muere cruelmente asesinado por su esposa —leyó en voz alta.

El carácter desconfiado y celoso de Mrs. Hawlery era bien conocido en la alta sociedad, tanto, que había podido usarlo en su propio beneficio. Una carta anónima con acusaciones falsas y la venganza estaba servida.

“Pobre desgraciada” pensó el hombre, al recordar que ella se había suicidado tras cometer el crimen. Se hallaba tan sumergido en sus tribulaciones que no captó la helada presencia tras él, hasta que fue demasiado tarde.

Después de ser apuñalado repetidas veces por todo el cuerpo, Delhois cruzó una aterrada mirada con el espectro de Filomena, que lo contemplaba con sus ojos blancos y muertos, esbozando una gélida sonrisa. Fue lo último que vio.

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LEYENDAS 4

LEYENDAS 4

RELATO 7

Las olas sacudían el navío con furia. Beth cerró los ojos, completamente mareada. No obstante, una dulce sensación la invadía al recordar que había logrado escapar…

Aquel viejo con el que iban a casarla no estaba hecho para ella. Su padre se lo había presentado durante un baile celebrado en su honor y desde el principio, su prometido la había repugnado por su forma obscena de mirarla. Pero era asquerosamente rico, algo que hizo comprender a la muchacha que para su desgracia, ella no dejaba de ser la hija de un gobernador, a la que su progenitor movía como un peón según su conveniencia.

Por lo que cuando Swordsea atacó la isla con sus piratas y acudió a la mansión pretendiendo raptarla, Beth casi se le arrojó a los brazos. Aquel hombre era guapo y galán. Además, entre ambos había una atracción que los seducía y que crecía cada día, a pesar del mal tiempo y de las sirenas que intentaban atraer a los marineros.

“Como vea a otra de esas busconas caníbales le pego un tiro” pensó la chica. Nadie rompería el prometedor, idílico y aventurero futuro que la esperaba, a menos que el barco se hundiera primero…

RELATO 8

Kass disfrutaba en su colchoneta, mecida suavemente por las olas. Mientras tanto, su marido braceaba a su alrededor en líneas rectas, dándole unos instantes de serenidad.

De vez en cuando la mujer miraba hacia la paradisiaca orilla, que se le antojó espectacular. “Una cala preciosa” reflexionó. No entendía por qué nadie acudía allí, le parecía una de las mejores playas de toda la isla…

—Estás de gloria, ¿eh cariño? —le dijo Jim de repente, antes de apoyarse sobre la colchoneta, que se sumergió un poco.

—¡Burro! —le regañó ella, quedando cegada por un rayo de sol… Formó una visera con la mano y cerró los ojos un momento, notando un brusco movimiento en el agua… al volver a mirar, su pareja se había esfumado…

—¿Jim?

Kass pensó que la quería asustar y se incorporó un poco… De repente la mano de su esposo sujetó la colchoneta con fuerza, hundiéndola parcialmente y a su alrededor el agua comenzó a volverse roja… La mujer gritó histérica e intentó estirar a su marido hacia arriba, quedándose con el brazo… Chilló, más al ver que del agua surgía una criatura humanoide de grandes fauces, que la miraba fríamente, como si fuera una presa…

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LEYENDAS 3

LEYENDAS 3

RELATO 5

Cuca estudió la elaborada ornamentación de la tapa.

—¿Y su precio?

—Mil euros.

La mujer asintió. Desde luego, su entrenado ojo le decía que el objeto era auténtico… “A Julio le encantaría…”

—Cuénteme sobre ella.

—Verá, está chapada en oro y tiene cuatro esmeraldas incrustadas. En su día perteneció a los Hawlery, una familia americana. Como él era aficionado a los puros, su señora se la compró para celebrar sus treinta aniversario de casados. Nos la vendió su hijo mayor después de que la pareja feneciera.

—Muy interesante. Y mire por donde, creo que a mi marido le va a entusiasmar…

Entonces al mencionar aquello el hombre dedicó a la mujer una enigmática mirada.

—Le diré que Mr. Hawlery me advirtió que sobre éste objeto pesa una oscura maldición. Por lo visto toda mujer que se la regale a su esposo acabará matándolo en menos de un año, y de una forma atroz.

Cuca sintió un escalofrío. “La virgen” pensó. Pero le parecía tan bonita… “Bah, supercherías sin fundamento…”

Julio gritó mientras su amorcito lo abría en canal hasta el pecho con un afilado cuchillo. Los ojos de ella se habían convertido en dos pozos negros, repletos de maldad…

RELATO 6

Blanca miró la manzana con deseo.

—Es preciosa… ¿Y dice que me la regala?

La vieja buhonera asintió con la cabeza.

—No podré quedármela a menos que usted acepte algo a cambio…

—No es necesario querida…

—Insisto —la cortó la muchacha, ofreciéndole una bolsita—. Son unos bombones que he hecho esta mañana. Le endulzarán el camino.

Entonces la joven le dio un mordisco a la fruta y cayó al suelo dándose un buen trompazo…

—¡Perfecto! —exclamó la anciana, soltando una carcajada—. ¡Ha tardado, la muy zopenca!

La mujer no había recorrido ni la mitad del trayecto a casa cuando recordó los bombones. “Han de saber a victoria” pensó sonriente. Sacó la bolsita y nada más abrirla se topó con un pedrusco raro, medio envuelto en un trozo de papiro con un mensaje escrito.

—¡¿Pero qué…?!

“Espero que te gusten las barbacoas, zorra rencorosa” leyó. De golpe notó que la cosa se calentaba con mucha rapidez, quemándole la mano…

Blanca abrió los ojos al oír la explosión y escupió el trozo de manzana. Los enanos tenían razón con aquel mineral, sin duda se volvía volátil y peligroso al darle la luz del sol… “Un obstáculo menos” se dijo, pensando en su príncipe…

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LEYENDAS 2

LEYENDAS 2

RELATO 3

Bridget miró al doctor Wellington intentando mantener la concentración. Los medicamentos le habían dejado la mente tan turbia, que incluso a pesar de llevar puesta la camisa de fuerza, se sentía flotar.

—Dígame señorita Burroughs… ¿Cómo se encuentra hoy?

—Jodida —respondió ella.

El psiquiatra arqueó una ceja y se ajustó las lentes.

—Esos no son los modales de una dama —le reprochó—. Suerte que yo tengo la medicina para todos tus males… —añadió, mientras se acomodaba junto a la mujer y le colocaba una de sus velludas manos sobre la rodilla.

Bridget cerró los ojos… Por desgracia, la prenda que le inmovilizaba los brazos no hacía lo mismo con sus piernas… Notó como él se sumergía bajo el camisón, la caricia en la vagina… Al menos la medicación lo convertía todo en un sueño extraño, nublando las penalidades que le había tocaba vivir…

Y recordó a la criatura que la atacó aquella noche, portando la cabeza de su prometido entre las zarpas… Ni siquiera sabía cómo había logrado escapar. Lástima que no hubiera conseguido hacer lo mismo de los doctores que la tildaron de loca y la encerraron en aquel psiquiátrico, poniéndola a merced de un violador…

RELATO 4

La espada señaló a su oponente, lista para atacar en cualquier momento.

—¡No me rendiré jamás, malnacido! —gritó la guerrera, adquiriendo una pose más firme.

El hombre la contempló con sorna a través de las rendijas del casco. “Vaya con la putita” pensó. “Tiene cojones, sí señor…”

—Voy a darte otra oportunidad, princesita. ¡Ríndete y conservarás la vida!

Ella entornó los ojos, analizando a su adversario. Éste iba acorazado por una armadura pesada que lo convertía en un tanque. Y su imponente martillo de guerra parecía mortal de necesidad…

—¡Yo no soy una princesa! —exclamó—. ¡Y va a rendirse tu madre!

Entonces la chica saltó sobre él, soltado un potente espadazo que el paladín apenas logró detener…

—¡Eso es trampa! —gritó Arnau. Al levantarse de la silla empujó un poco la mesa y las fichas se agitaron sobre el tablero.

José se había saltado su turno, tirando un dado que además, le había propiciado una clara ventaja…

—¡De trampas nada! —se defendió su amigo—. ¡Hace dos rondas te salió la carta de la maldición de Isthar!

—Es cierto —añadió otro de sus compañeros de partida.

El chico refunfuñó y volvió a sentarse. Luego tiró el dado y…

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