RESEÑA: EL COLOR PÚRPURA

RESEÑA: EL COLOR PÚRPURA

Era una aburrida tarde de domingo, creo recordar. Un servidor veía la televisión esperando encontrar dibujos animados o algo interesante. Por aquella época yo contaba con poco más de una década —no sabría decir la edad exacta, ya que no lo recuerdo—. Durante una sesión de intenso zapping acabé volviendo a comenzar con el carrousel de canales, y como dicta la lógica, regresé por el principio. Al ponerse La Primera me di cuenta de que empezaba una película, por lo que decidí arriesgarme y la dejé. Tal vez fuera buena, o de aventuras, o entretenida… Y de ese modo descubrí la versión cinematográfica del libro sobre el que voy a hablar a continuación: El color púrpura. Este filme de Steven Spilberg —un dato que conocería durante mi segundo visionado, varios años después de aquel día— consiguió que mi mente inquieta y mi trasero se quedaran enganchados en el sofá. Sí, logró algo difícil, ya que de pequeño era un niño muy inquieto. Y lo hizo gracias a la trama, que hablaba sin tapujos de varios temas de los que yo poco conocimiento tenía. Y lo cierto es que me impactó, quedándose clavada en mi memoria por mucho, muchísimo tiempo. A lo largo de mi vida he coincidido tres veces con las historia de Celie y Nettie, las protagonistas. Las dos primeras a través del televisor,  la última bajo su forma original, la de un libro.

Hace unos días buscaba una novela sobre la que escribir mi primera reseña para estrenar el blog. Durante la visita a una familiar encontré El color púrpura en su biblioteca. Fue leer el título y sentir la imperiosa necesidad de cogerla para examinarla. Olía a libro viejo y sus páginas habían adquirido un tono amarillento, antiguo y mágico. Me llamó. Al mirar la contraportada vi un dato en la descripción que me llamó la atención, pues resulta que fue galardonada con el premio Publizer del 83, justo el año de mi nacimiento. Un hecho que me pareció anecdótico, sin darle muchas vueltas. Aunque pensé: “Ya lo tengo, por qué no. Será mi primera reseña”.

Nada más llegar a casa me enfrasqué en la deliciosa tarea de redescubrir la historia que tiempo atrás me causó tanto impacto. La verdadera, la que surgió de la mente de su escritora, Alice Walker. Y después de la diatriba que os he soltado, aceptad mis más sinceras disculpas y ahora sí. Esta es mi opinión sobre El color purpura.

Nota: Puede contener algún Spoiler

La novela narra la vida de dos hermanas de color, Celie y Nettie.

Celie es la voz protagonista en toda la narración. Se trata de una joven buena, que ya desde el inicio de la trama es víctima de malos tratos y abusos sexuales por parte de su presunto padre, que satisface con ella sus mezquinas necesidades. Embarazada dos veces durante su corta vida, Celie es testigo silencioso de como le roban a sus hijos, primero una niña y luego un niño. Cuando tiene catorce años —el principio de la narración— aparece un señor mayor, viudo y con críos que corteja a Nettie. El padre de las chicas se niega al matrimonio, ya que él también muestra un oscuro interés por su hija menor, a la que ve más fácil de casar por ser una muchacha bonita, y decide ofrecerle a Celie, cansado ya de abusar de ella.

“… Pero puede llevarse a Celie. Al fin y al cabo es la mayor. Tiene que ser la primera en casarse. No está fresca, eso ya lo sabrá usted. Está tocada. Dos veces. Pero tampoco es tan importante que la mujer esté fresca. Yo me traje a una que estaba fresca y ahora siempre está enferma. Los críos la molestan, como cocinera no vale nada y ya está embarazada”.

“Es fea, decía él, pero sabe trabajar. Y es limpia. Además, Dios la ha arreglado. Ya puedes hacerle lo que quieras, que no tendrás que vestirlo ni darle de comer”.

Mr. —Celie siempre se refiere a su marido de esa forma— es un mal esposo, la insulta, se ríe de ella y la maltrata tanto física como psicológicamente, por no mencionar que satisface sus necesidades de la misma manera cruel y forzosa que hiciera su padre. Además, la pobre se ve obligada a llevar el peso de un hogar y de cuidar/criar a los hijos del hombre que no la ama y la desprecia constantemente. Pero sus heridas sanan un poco cuando Nettie se va a vivir con ellos, huyendo de su progenitor. Durante el tiempo que ambas hermanas conviven bajo el mismo techo, Mr. intenta cortejar a su cuñada por las buenas y por las malas, hasta que cansado de que sus artimañas no surtan efecto hecha a Nettie a la calle y jura que jamás volverán a saber nada la una de la otra. Entonces Nettie es recogida por una pareja de misioneros que, sin sospecharlo, han adoptado a los hijos de Celie. Esta familia unida por un paradójico destino parte hacia las lejanas tierras de África, donde pasarán tres décadas.

Por suerte la vida de Celie comienza a cambiar el día en que Shug Avery, la amante de su esposo, va a vivir con ellos. Esta mujer fabulosa será una puerta de entrada que permitirá a la protagonista conocer las verdaderas emociones de la vida y evolucionar como ser humano, para alcanzar la felicidad que tanto desconoce y en el fondo desea, descubriendo emociones como el sentirse querida, arropada, escuchada…

Toda la novela está narrada por una Celie que le escribe cartas a Dios, ya que no tiene a nadie que la escuche de verdad, ni a quien enviárselas —señalo que desconoce cual ha sido el destino de su querida hermana—. Y lo hace a modo de diario, desde la más abrumadora y triste soledad que la embarga —nadie se toma el tiempo de escucharla, ni siquiera sus hijastros– . O las cartas que Nettie le escribe a Celie, sabiendo que Mr. hará cuanto le sea posible por cumplir su funesta promesa y tal vez ella no le responderá jamás. Y la trama transcurre en un periodo de tiempo que abarca treinta años, en los que se suceden personajes carismáticos y variopintos que dibujan una trama dura, tierna, llena de color y de dolor, pero también repleta de esperanza.

El color púrpura toca muchos temas al mismo tiempo. Y lo hace de una manera tan inocente y pura que puede llegar a pegarte una soberana patada en la boca, ya que habla mayormente a través de Celie y de cómo ella ve el limitado mundo que la rodea. La protagonista, que es una joven con poca cultura —que no es lo mismo que tonta—, vive en una época de los Estados Unidos bastante convulsa, en la que ser negro y encima mujer garantiza una vida muy complicada.
“Mírate. Eres negra, eres pobre, eres fea, eres una mujer. Vamos, que no eres nada”. Esto se lo dice su marido a Celie en un punto de la narración.

Celie nos habla de la pérdida, de la violencia de género, tanto psicológica como física, del machismo extremo, del racismo… pero sobre todo, según como yo lo veo, también nos refleja “el clasismo” y “la esclavitud”. Con esto deseo expresar lo siguiente: No son los blancos los que peor tratan a Celie —y eso es difícil, sobre todo en una época muy MUY racista— sino los negros de su propia clase social. Y lo que es peor, explicado con un ejemplo simple: El marido de Celie toma una actitud puramente despótica, como si fuera el dueño indiscutible de todo cuanto hay en su vida, incluso de sus hijos y de su mujer. Obliga a su familia a trabajar como burros mientras él no hace absolutamente nada, viviendo como un rey, tal y como sucedía en otras épocas anteriores, y cambiando algunos roles. Y la narración trata estos temas con una efectividad incuestionable.

Una de las cosas que más me impactó de la historia es el convencimiento de Celie de que el extremo maltrato que recibe constantemente durante años y de manera interrumpida, es algo puramente NORMAL. Es lo único que conoce y lo acepta, convencida de que jamás podrá cambiar su vida. He de admitir que he llegado a sentirme ligeramente identificado con la protagonista, de una forma muy MUY superficial. Y sentí alivio cuando en un punto de la narración comienzan a aparecer personajes que van cambiando su manera de ver el mundo, haciéndola crecer como ser humano y demostrándole que es posible conseguir lo que se desea, que no hay nada establecido y que todos y cada uno de nosotros tenemos derecho a ser felices. Y lo mismo sucede con Nettie, la otra protagonista.

Como único punto “negativo”, son la falta de diálogos convencionales. Aunque para mi ese recurso le da autenticidad narrativa, y por ende he rodeado la palabra cursiva de comillas. Hay que recordar que la novela está explicada a través de cartas redactadas por Celie, una mujer de pocos recursos culturales. He conocido a gente que también la ha leído y opinaba de forma desfavorable sobre ese sistema de diálogos, alegando que no les acababa de cuajar, pero lo vuelvo a decir. A título personal me parece un acierto que sea ella misma quien explique a su manera las conversaciones que ha vivido. Al menos, yo sentía que me conectaba con el personaje de una manera muy cercana.

En definitiva, podría decir muchas cosas sobre El color purpura, pero siento que no he de explayarme más. Tal vez y sólo tal vez haya llegado el momento de dejaros decidir a vosotros, lectores. ¿Os llama la atención esta novela? Eso ya es cosa vuestra. Yo solo os puedo asegurar que la historia de Celie y Nettie os hará pensar/reflexionar —o al menos lo ha logrado en mi—. Es una lectura que recomiendo de forma infinita y que ha entrado directamente en mi Hall of Fame, en un puesto muy alto del podio. Ahora sacad vuestras propias conclusiones. Gracias por dedicarme unos minutos de atención! ; )

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

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