—Vuelva a colocar las manos —pidió la anciana.
—¿Cómo lo…? Mire, al leer su panfleto imaginé otra cosa. El yoga no es lo mío…
Arturo se rascó la nariz, sentado en el centro de aquel círculo tallado en las baldosas de mármol. El cojín era cómodo, pero después de tres respiraciones profundas, el incienso que surgía de varios cuencos situados a su alrededor comenzó a resultarle molesto.
—¿Esto no será droga? —preguntó inseguro.
La mujer, que parecía seguir escrutándolo con sus ojos invidentes, esbozó una sonrisa desde su confortable butacón de cuero repujado.
—Yo no uso esos métodos. Y sé que no ha colocado la posición correcta porque para ver, sólo me basta un ojo —alegó, dándose unos toquecitos por encima del entrecejo.
—Oh, ya… Vale, si al menos logra quitarme el estrés, saldré contento.
—Vuelva a juntar los dedos pulgar y corazón. Luego deje las manos sobre las rodillas, tal y como le indiqué.
“De acuerdo” se dijo el joven, dispuesto a obedecer.
—Ahora cierre los ojos e inspire lentamente, contando hasta siete. Después exhale, contando hasta siete otra vez. Y siga repitiendo el proceso mientras se concentra. Yo lo guiaré cuando lo vea preparado.
El silencio se impuso en la sala durante varios minutos. Arturo comenzó a relajarse, dando paso a una sensación de bienestar desconocida para él. Incluso el incienso había dejado de incordiarlo, pues ahora, su olor a musgo y a naturaleza lo acunaban en la oscuridad. De golpe, un claro rumor a agua invadió sus oídos…
—¿Dónde está? —preguntó la vidente.
—En un bosque —respondió el chico—. Hay un lago cerca…
—Vaya hacia él.
Arturo caminó despacio. Notaba el tacto de la tierra en las plantas de los pies, escuchaba como el viento mecía los árboles… Jamás había experimentado nada semejante, todo le parecía muy real.
—Ya he llegado. Algo brilla a lo lejos, su luz se cuela por mis párpados…
—Nade hacia ese resplandor —ordenó la anciana—. No tenga miedo.
El chico inició el chapuzón y braceó en línea recta, deteniéndose en un punto donde había un cálido cambio de temperatura. Por instinto cogió aire y se sumergió hondo, hasta que sus manos agarraron algo de tacto metálico, clavado en el fondo.
—¡Abra los ojos!
Arturo obedeció, comprobando que se aferraba a una espada. Entonces descubrió que se hallaba en el interior de una enorme burbuja de agua, en la sala. La vidente sonreía desde el otro lado, distorsionada, y tanta fue la impresión que quiso gritar, perdiendo oxígeno.
—¡Arránquela!
El joven hizo fuerza, se ahogaba… El arma cedió y su prisión líquida reventó, provocando un torrente que lo arrastró sin control hasta hacerlo chocar contra los pies de la mujer. Tosió mientras recuperaba el aliento perdido, miró la espada y luego a la inundada habitación, estupefacto.
—La casualidad no existe, ha sido tu destino el que te ha conducido a mí. Soy la dama del lago. Y Excálibur ha sido invocada de nuevo.
Conrado Púgil seguía a su objetivo, sin quitarle los ojos de encima. Un sobre con fotos de la mujer botaba en el bolsillo interior de su americana, al compás de sus pasos.
“Marian Histar es preciosa” pensó el hombre. “No me extraña que su marido sospeche que le es infiel”.
Aquel encargo lo había salvado de no pagar el alquiler. Y con el adelanto, incluso, había podido jubilar sus añejos zapatos. Ahora, unos bonitos y cómodos Oxford full brogue amenizaban la jornada de espionaje, volviéndola casi un placer.
El clima cambió de forma drástica cuando Púgil entró en la calle Encrucijada, que se abrió ante él extrañamente silenciosa, incluso demasiado para aquellas horas de la madrugada. Empezó a llover y entre maldiciones, se acordó de su flamante gabardina impermeable, dejada en casa.
“Voy mojado, pero desapercibido…” caviló, descubriendo que la señorita Histar se había detenido en mitad de la calzada, dándole la espalda.
“¿Por qué se ha parado ahí?” analizó. Salvo él, no había nadie en las aceras. Decidido a pasarla de largo, continuó adelante. Pero cuando ambos se cruzaron la mujer se volvió para mirarlo, dedicándole una encantadora sonrisa.
—Tenía ganas de conocerlo, detective.
Conrado se detuvo y la miró directamente a los ojos.
—Tiene aptitudes sobresalientes para ser un humano.
—¿De qué me habla señorita?
—Deje que lo adivine. ¿Un marido celoso lo ha contratado para seguir a su esposa infiel?
El hombre dudó. En veinticinco años de profesión jamás le había sucedido algo semejante.
—Está bien, me ha descubierto —respondió, abriendo los brazos—. Ahora hágame el favor de regresar a la ace…
—Yo le invito a venir —lo cortó ella—. Hay pocos coches aparcados y la calle es ancha, por lo que aquí dispondremos de mayor movilidad. ¡Venga, deprisa! ¡Ya han llegado!
Púgil percibió un hedor desagradable y notó una presencia tras él. Algo lo arañó en el brazo, rasgándole las capas de tela y la piel… Entonces su instinto le obligó obedecer.
—¡¿QUÉ NARICES…?!
Unos seres extraños y aterradores surgían de todas partes y los rodeaban, exhibiendo afiladas garras. Conrado se quedó paralizado, antes de reaccionar y sacar la pistola.
—Lo mejor es que no estoy casada —añadió Histar, guiñándole un ojo—. Y usted ha sido un cebo perfecto, sabían que era mi tipo y me atraería al juego.
—¡¿QUE SON ESAS COSAS?!
—Demonios de otro mundo.
—¡LECHES!
—Por suerte, con un truquito de bruja bastará.
La mujer dio un salto y hubo un temblor. Después Púgil dejó de tocar el suelo, igual de ingrávido que los monstruos y los coches… De repente sintió que lo succionaban, como si la gravedad se hubiera invertido y cayera hacia arriba, al igual que la lluvia. Ella lo agarró de la muñeca, mientras las farolas salían despedidas junto al mobiliario urbano.
—¡Todos a volar! ¡Vuestro jefe aprenderá a no tomarme por tonta!
—¡DIOOOOSSSS! —bramó el detective, soltando la pistola para poder agarrarse mejor.
—Tranquilo guapo, a ti no te dejo. Y por cierto, bonitos zapatos nuevos.
El asombrario. 2 relatos de concurso para Escuela de Escritores por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )
Me han encantado los dos relatos pero me quedo con el segundo, me ha resultado igual de original pero mucho más intrigante.
Espero que recibas una recompensa a la originalidad y al buen hacer.
Un abrazo.
Muchas gracias por pasarte y comentar, Josep María! Me alegra que te hayan gustado. Los he publicado ahora porque no ha ganado ninguno de los dos, jeje, así que he esperado al fallo del jurado. De esa manera tenía una señora entrada pendiente y muy aprovechable. Un abrazo! ; )
Me encantan las dos historias. Tengo especial debilidad por la historia del rey Arturo y Excalibur, así que no coincido con Josep, mi favorito es el primero.
Un besillo.
Muchas gracias por comentar María! Me alegra que te hayan gustado. A mi los mitos Artúricos siempre me han fascinado, aunque mi personaje preferido es Morgana Le Fay (creo que se escribe así), ya que es un personaje que depende del relato varía, volviéndose una aliada o una enemiga según la historia. Y la dama del lago me daba un poco de grima, por el hecho de aparecer en el agua de sopetón, jeje ; )
¿Que tal querido compañero?
Los dos relatos fabulosos, el primero me ha gustado por lo inesperado del argumento, ese salto en el tiempo a una época de leyenda, ni más ni menos que la artúrica.
Mis felicitaciones aun no habiendo sido nominado. Sin duda en mi opinión: lo merecías.
Muchas gracias por comentar y por el tremendo halago, Francisco! Me alegra que te hayan gustado. Más que un viaje al pasado yo me lo imagino como una dimensión paralela, un limbo al que el chico accede a través de la meditación guiada por la vidente. Pero está genial que se puedan sacar diversas interpretaciones, es algo que me encanta, jeje. Un abrazo! ; )
Muy buenos los dos Ramón, 😉
Tienen algo en común y es que sus personajes son unos incrédulos, para nada esperan lo que en breve les caerá encima.
Originales y con toques de una fantasía espléndida!
¡Felicidades!
Un fuerte, abrazo! 🙂
Muchas gracias por comentar y por los halagos Irene! Me alegra que te hayan gustado, jeje. Muy cierto, los protagonistas de ambas historias desconocen la verdad oculta del mundo que les rodea, jeje. Un abrazo compi! ; )
Me han gustado los dos relatos. Los dos tiene algo que enganchan y en los dos has introducido seres fantásticos. ¡Suerte en el concurso Un abrazo
Muchas gracias por comentar, Mamen! La verdad es que no ha ganado ninguno, jeje, por eso los publiqué en el blog. Pero no pasa nada, me ha quedado una entrada estupenda. Me alegra que te hayan gustado los dos. Un abrazo! ; )
Hola Ramón, por lo que te he leído hasta ahora constato tu facilidad para mezclar el elemento fantástico en situaciones o ambientes cotidianos. Lo haces con naturalidad y consigues un efecto muy atrapante para el lector. Estos relatos están muy bien, dado que mis gustos van más por la novela negra me quedo con el detective Conrado. Un placer leerte!
Muchas gracias por comentar y por los halagos David! Me alegra que te hayan gustado ambos relatos. La verdad es que el género fantástico es uno de mis preferidos, aunque intento escribir un poco de todo. Te recomiendo que leas, cuando puedas, «El niño que no entendía convencionalismos», una de las primeras novelas por entregas del blog y que cambia totalmente de registro, a ver como la ves. Y el placer es mío por recibir tus visitas, un abrazo! ; )
Mira qué bien, sin imaginarlo cuando entré hoy en el blog he hecho un doblete jeje. Es curioso, porque de los concursos en los que he participado de la red, siempre he sentido que todo es una victoria, ya sea por estrenarse en géneros nuevos, por crear personajes (mi mago Windor por ejemplo) que te gustan y desarrollas más veces en el tiempo, o porque los textos te dejen buena sensación. Y los dos me han gustado. Por una parte el toque artúrico adornado con una burbuja ha sido muy interesante jeje. Y por el otro lado, ese toque oscuro con la parte detectivesca siempre es más que interesante. ¡Qué pena que lo de Mongabay quedara parado!
¡Un abrazo!
Muchas gracias por comentar JC! Me alegra que te hayan gustado los dos relatos. He de añadir que al plantear la primera historia, la idea de la burbuja surgió sola, jaja, sin pensar nada en especial. Ahora, cuando he leído tu comentario me ha hecho gracia, porque tiene esa similitud con tu blog, jeje. Tienes razón con lo que comentas, hay ocasiones en las que de un concurso surgen personajes que luego aprovechas para crear historias sin limitaciones. Y ya estoy pensando una para el detective Púgil, muy distinta al relato de arriba, aunque la reservaré para una ocasión especial, algo que me dará bastante tiempo para dibujarla en letras y números binarios. En cuanto a nuestro querido Mongabay, es una pena que no vuelva, jeje. Un abrazo! ; )