Novelesco presenta este erótico relato breve, escrito para Fantasías Textuales, un concurso de CÍRCULO DE ESCRITORES. Espero que os guste y gracias por dedicarme algo de vuestro tiempo.
El ventilador del techo giraba lento y silencioso. Los dos se hallaban abrazados en la cama, amparados bajo la tenue luz de una vieja lámpara.
—Vente conmigo —soltó Javier. En unas horas iba a regresar a España y algo le decía que no volvería a verla jamás.
Habana contuvo el aliento y le dedicó una intensa mirada; sus ojos oscuros relucieron con una chispa plagada de inmensidad.
—No —respondió con la voz entrecortada.
—¡¿Por qué?! —exclamó él—. ¡Aquí no tienes nada! ¡Casémonos, podrás salir de esta isla, te daré una vida de ensueño!
La mujer se acercó a su amante y le acarició el rostro, contemplando su atractiva juventud; ambos mantuvieron un profundo contacto visual, leyéndose el alma mutuamente. Sólo habían pasado siete días desde que se conocieran accidentalmente en la playa.
—Eres un chico maravilloso —susurró emocionada, notando un nudo en la garganta—. Pero no puedo hacerte esto, no lo soportaría.
Una expresión de dolor cruzó el rostro de Javier.
—Te quiero Habana, eres la mejor persona que he conocido en mi vida. Nuestra diferencia de edad es irrelevante…
—Shhhhhhhhh —ella le tapó los labios con un dedo, impidiéndole terminar. No deseaba seguir escuchando aquel discurso, temía que su coraza se resquebrajara. A sus cuarenta y cinco años de ilusiones perdidas, jamás había conocido a alguien tan especial como aquel muchacho español. Él la había resucitado sin querer, había logrado insuflar de nuevo una chispa de vida en lo más profundo de su interior. Por un instante deseó ceder ante la fantasía e imaginó que cruzaba el gran charco con su nuevo amor, dejando atrás el recuerdo de un matrimonio plagado de malos tratos y dos niños perdidos. Pero sabía que nunca podría darle hijos, sabía que de ceder, su procedencia y su edad lo marcarían como un estigma.
—Es mejor así, cariño —añadió, rompiendo el silencio. Logró resistir el impulso de llorar, quería brindarle unas últimas horas de ensueño, limpias de dramas. Deseaba que la recordara feliz, sonriente…
Javier la besó, después sus labios acariciaron cada palmo de su rostro y fueron descendiendo hacia los senos, saboreando la suavidad de su piel tostada. Ella cerró los ojos y se dejó amar, sintiendo el agradable cosquilleo por todo el cuerpo; pronto su lengua llegó a su vagina, inundándola de una placentera corriente electrizante, notó como se humedecía… Entonces él la penetró con deliciosa lentitud…
La mujer gimió y le regaló una bonita sonrisa, ambos se miraron a los ojos mientras él la empujaba contra su cuerpo y se movía a un ritmo acompasado, le apretó las nalgas bien fuerte, notando la plenitud de su miembro con todo su gozoso esplendor. El contacto visual se mantuvo en todo momento, los ojos azules del chico brillaron cegadores, regalándole una instantánea que ella recordaría hasta la eternidad. Habana había vuelto a nacer gracias a un inesperado romance, recuperando la esperanza y la ilusión de vivir.
El sabor de la piel tostada por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )
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